Opinión | Crítica/Música

El color de las teclas

Excepcional concierto del pianista noruego Leif Ove Andsnes interpretando obras de sus compatriotas Grieg y Tveitt, con una segunda parte dedicada a Chopin

Ficha del espectáculo

  • Jornadas de Piano «Luis G. Iberni»
  • Intérpretes: Leif Ove Andsnes (piano). Programa: obras de E. Grieg, G. Tveitt y F. Chopin.
  • Auditorio Príncipe Felipe de Oviedo, jueves 

No defraudó la segunda velada de las Jornadas de Piano "Luis G. Iberni", que en una tarde de frío invernal reconfortó al público ovetense a través de la calidez que el noruego Leif Ove Andsnes aportó a cada una de las piezas interpretadas, con una primera mitad dedicada a sus compatriotas Grieg y Tveitt y una segunda parte destinada, íntegramente, a los 24 "Preludios" que conforman el op. 28 de Chopin.

La "sonata para piano en mi menor", op. 7 de Edvard Grieg fue una delicia donde predominó una amplia y atractiva paleta cromática que Andsnes, desde la más escrupulosa delicadeza, supo imprimir a cada compás. Ni los pasajes de mayor velocidad inquietaron a un impasible Leif Ove que se permitió, con acierto, profundizar en el lirismo que encierra el Andante molto -por momentos de cierta impronta beethoveniana-, ajustando adecuadamente los fraseos y exhibiendo una solemnidad muy oportuna en el pasional último movimiento.

Sin lugar a dudas, la pieza más sugerente del programa era la "Sonata para piano número 29", op. 129 del también noruego Geirr Tveitt. Se trata de una obra que destaca por su eclecticismo, tal y como quedó demostrado en el "In cerca di – Moderato", donde se perciben influencias de la música francesa -a través de una armonía enriquecida y colorista-, de la música folclórica noruega e incluso de cierta estética minimalista: todo un reto plasmar ambientes tan diversos con la maestría y solvencia que exhibió Andsnes.

El "Tono etere in variazioni – Tranquillo ma deciso" dejó un interesante juego de armónicos y resonancias obtenido a través de la presión ejercida sobre las teclas sin hacerlas sonar, aportando un efectista contraste tímbrico y generando una atmósfera intimista y etérea -como el sobretítulo de la obra- acentuada por la sensibilidad de Leif Ove, quien explotó esta sonoridad más desprejuiciada mediante las 19 variaciones del tema, ejecutadas con elegante expresividad. Remató la pieza el "Tempo di pulsazione", donde el intérprete desplegó toda su técnica para resolver una textura más densificada, con abruptos cambios de intensidad, y un ritmo incesante donde emergió la cristalina pulsación de Andsnes.

Los "Preludios" del opus 28 de Chopin suponían un magisterio diferente, si bien mantenían puntos de encuentro con las piezas de la primera parte, tales como el gusto por la melodía, la sutileza y la técnica siempre en favor del discurso musical. Leif Ove, imperturbable y de semblante concentrado, afrontó las 24 piezas del compositor polaco sin la necesidad de partitura, evocando la nostalgia que impregna la producción chopiniana, matizando cada uno de los preludios y ciñéndose al carácter requerido. Algunos de ellos estuvieron magistralmente resueltos, a pesar de su virtuosismo, como los números 8 (en fa sostenido menor), 14 (en mi bemol menor), 16 (en si bemol menor) o el 24, en re menor. A modo de propina, Andsnes regaló una luminosa "Cathédrale engloutie" de Claude Debussy para mantener, unos minutos más, la sala sinfónica del Auditorio ovetense bajo el hechizo de su colorista ejecución.

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