Opinión | Nuevos pliegos de cordel

carmen ruiz-tilve

Cosas de Cimadevilla

Empezando el año toca hacer buenos propósitos. El mío es, más que un propósito, un deseo: sumar a los muchos y buenos museos que tenemos en la ciudad uno que falta a ojos vistas. Un museo sobre nuestra ciudad.

Para no olvidarlo, como el de hacer dieta o apuntarse a un gimnasio, prometo recordarlo cada mes. Y para demostrar que hay muchas cosas que contar en ese museo sobre nuestra ciudad, empecemos haciendo camino al andar, recorriendo sus calles.

Se puede decir que Cimadevilla fue la primera calle importante de Carbayo.

Lugar de movimiento incesante entre la Catedral y el Fontán durante mucho tiempo, no cobró su verdadero sentido hasta el siglo XIX. Allí estaban importantes casas como las de los Collantes, Uria, Valdés, Cifuentes y Solís. También había lugares de reunión de los ovetenses, cafetones de postín.

Arrancando el siglo XX, abierta una nueva ciudad por el tren, Cimadevilla fue perdiendo encanto y así, en 1925, cerraron las galerías Masaveu, hace ahora justamente cien años. En las galerías Masaveu se vendía todo lo mejor que había en la ciudad, oferta que se complementaba con la banca aneja.

Muchos negocios, sin embargo, fueron remando a lo largo del siglo. Algunos ya no están, como muebles Villanueva o la inefable "La Más Barata", con su doble mostrador y su caja con tobogán. Pero ahí sigue felizmente Verdú, que nos tienta con sus helados todo el año y, de diciembre, en diciembre, con sus irremplazables turrones y mazapanes.

Ahora está llena de bares y más bares, y alguna tienda de souvenirs, para tentar a oriundos y visitantes en un trajín que confirma que, desde lo más alto de la ciudad redonda, sigue siendo el centro del Carbayo clásico.

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