Opinión

Carnaval

Sobre los higos del farmacéutico Castañón

Cuando estas líneas comienzo, ya observo que las fiestas del célebre Carnaval están siendo preparadas desde muchos lugares y poblaciones de nuestra piel de toro. Y por ello vuelvo a rememorar cosiquines de nuestro antiguo Oviedo, una vez más contadas por la ya referida, anteriormente, prima carnal de mi padre: Isabel, que bien hubiese sido ella la narradora de lo que hoy escribo. Vamos al hecho que hoy me (nos) ocupa y ocurrió hace bastantes años.

Me contaba Isabel que en la plaza del Ayuntamiento había una farmacia y, creo recordar, su titular se apellidaba Castañón. Al margen de su profesión, destacaba por su humor, entreteniendo sobre todo a la gente menuda, es decir, a los niños. Así que, un año por Carnaval, su ocurrencia fue original. Entro en detalles: cogió una caja de madera y la llenó de higos, puso un cordel atado a la caja que se pasó por el cuello y a modo de caña de pescar ató un higo que subía y bajaba a su antojo delante de la caja, a la vez que gritaba: "Con la boca si, con la mano no", con lo cual hacía que los niños saltasen desaforadamente. Así un largo camino les hizo sudar. Y cuando se cansó y les fatigó, se paró, descolgó la caja de su cuello y les dijo: "Y ahora todo para vosotros".

Los críos se tiraron a por los higos como fieras, sin pensar en la sorpresa que les deparaba: debajo de los tiernos higos había una tierna caca (léase mierda), que, a decir de la prima Isabel, se desconocía la procedencia del excremento.

Hay más historias de Isabel y, como no, del Castañón, que quedan para otros momentos si es de su agrado, pero oliendo mejor que el de hoy.

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