Opinión
Raúl y el hotel Reconquista
Hace un año nos dejó Raúl Suárez Álvarez, quien fuera maître del Hotel de la Reconquista en Oviedo. Su legado sigue vivo en el recuerdo de sus familiares, amigos y compañeros de trabajo, muchos de los cuales se formaron a su lado y mantienen un especial afecto por el tiempo que les dedicó durante su aprendizaje.
trayectoria profesional
Raúl comenzó su carrera en la hostelería trabajando en el Club de Tenis de Oviedo y en El Pelayín. En 1973, ingresó en el Hotel de la Reconquista, en una época de gran actividad, cuando el establecimiento recibía a las más destacadas personalidades del mundo de la política, la cultura y el deporte. En sus salones se celebraban —y aún se celebran— los Premios Príncipe de Asturias.
Siempre caracterizado por su discreción y capacidad de resolución, Raúl evitaba conflictos y sabía cómo enfrentarse a cualquier situación que surgiera en el hotel. Su gestión eficiente y su trato cercano con los empleados lo convirtieron en una figura clave en el funcionamiento del Reconquista.
UN VERDADERO PLANTEL DE PROFESIONALES.
El Hotel de la Reconquista no solo se distinguía por su lujo y prestigio, sino también por el extraordinario equipo humano que lo hacía funcionar con excelencia.
Entre sus figuras más destacadas estaba Jesús Pando, quien había trabajado también en el Salón Rojo y en El Pelayín, antes de incorporarse al Reconquista, donde permaneció 41 años. Su dedicación y conocimiento del sector lo convirtieron en una pieza fundamental del equipo.
Otro de sus compañeros fue Juan José Cabeza, hijo del pastelero del hotel y nieto de Alfredín, el del Alaska, un emblemático establecimiento que anteriormente se llamó El Parador, situado en los bajos del Teatro Filarmónica. Hace más de 50 años, Alfredín organizó un cursillo de cocina, con la idea de enseñar a preparar una cocina de calidad a precios asequibles, una iniciativa que marcó a toda una generación de hosteleros.
Sin duda, el Reconquista contaba con un auténtico plantel de profesionales, que con su experiencia y vocación hicieron del hotel un referente en la hostelería asturiana.
EL ARTE DE LA DIRECCIÓN Y LA ENSEÑANZA.
Raúl no solo administraba el hotel con gran destreza, sino que trataba a sus compañeros como si fueran parte de su propia familia, del mismo modo que lo hacía con su esposa Nori y sus cuatro hijos: Raúl, Mónica, Eloy y Daniel.
Cuando Jesús Pando asumió el cargo de subdirector del hotel, Raúl pasó a ser maître principal, formando un equipo de excelencia junto a Juan José Cabeza, Alejandro Iglesias y otros grandes profesionales.
Entre ellos, destacaba Alejandro Iglesias, un barman excepcional que, por las tardes, preparaba cócteles en el bar americano. Uno de sus clientes más ilustres era Severo Ochoa, quien disfrutaba de un Martini seco, que solía compartir con Graciano García, director de la Fundación Príncipe de Asturias, Nacho Martínez y otros amigos.
El cóctel se servía con Noilly Prat, cáscara de limón y ginebra Beefeater, en un vaso Old Fashion con cinco cubitos de hielo. La receta era tan precisa que, cuando el escritor italiano Umberto Eco visitó el Reconquista y pidió un cóctel con las mismas especificaciones, Alejandro lo interrumpió con una sonrisa y expreso: "Eso que me está pidiendo es exactamente el cóctel que se le sirve a Don Severo Ochoa."
La formación de Raúl en hostelería comenzó en el Club de Tenis de Oviedo, donde aprendió la profesión bajo la guía del Señor Fernández, quien había trabajado en el Hotel Palace de Madrid y era respetado tanto por la empresa como por sus trabajadores. Posteriormente, el Sr. Fernández llegó al Club de Tenis de Oviedo y, finalmente, al Hotel Reconquista, donde Raúl siguió aprendiendo de él.
Con el tiempo, Raúl se convirtió en mentor de las nuevas generaciones de trabajadores del hotel, transmitiendo con generosidad todos los conocimientos adquiridos. Su amabilidad, discreción y atención al detalle lo hicieron destacar no solo como profesional, sino también como un verdadero líder.
El trabajo en hostelería es muy cambiante, pero cuando aparece alguien que destaca por su buen hacer, como fue el caso de Raúl Suárez, su huella permanece. Y eso es lo que pesaba en aquel Reconquista, en el tiempo que recordamos.
RECONOCIMIENTOS Y LEGADO.
Raúl y Alejandro fueron reconocidos por su gran profesionalismo y capacidad para atender a las más altas personalidades. Ambos fueron distinguidos por los Príncipes de Asturias, con quienes se hicieron unas fotografías en reconocimiento a su excepcional labor.
El legado de Raúl en la hostelería asturiana y su ejemplo de excelencia, liderazgo y humanidad continúan vivos en la memoria de quienes tuvieron el honor de conocerlo y trabajar a su lado.
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