Opinión

Más que un escudo: los cañones del Real Juvencia

Un equipo del Real Juvencia de 1975, en el que figuraban seis aprendices de la fábrica de armas.

Un equipo del Real Juvencia de 1975, en el que figuraban seis aprendices de la fábrica de armas.

En la historia de un pueblo, un escudo puede decir más que un archivo entero. En Trubia, donde aún resuenan los ecos de los hornos y talleres de la Fábrica de Armas —fundada en 1794—, el escudo del Real Juvencia no es solo el de un equipo centenario, sino un símbolo de identidad y orgullo compartido. Esos dos cañones cruzados resumen en una imagen lo que significa pertenecer a un lugar donde el esfuerzo, la historia y el compromiso se forjaron con fuego real.

Curiosamente, no es el único escudo del fútbol mundial con cañones. El Arsenal F.C., fundado en 1886 en el entorno del arsenal de la Marina británica en Woolwich, conserva también un cañón como emblema, aunque estilizado y solitario. Sin embargo, mientras el club londinense se ha convertido en un gigante global y el viejo Arsenal de Woolwich se desmanteló para dar paso a modernas urbanizaciones, el escudo del Real Juvencia mantiene, a través de su emblema, un vínculo simbólico aún vivo con la fábrica que dio trabajo y sentido a generaciones enteras de trubiecos.

Un equipo del Real Juvencia en 1975, en el que figuraban seis aprendices de la fábrica de armas.

El escudo del Juvencia. / LNE

Es cierto que hoy la fábrica ya no tiene una relación directa con el club, y que ahora está gestionada por una multinacional estadounidense. Pero la instalación sigue en pie y, lo más importante, el pueblo sigue reconociéndose en sus cañones. El escudo del Real Juvencia conserva una carga simbólica única, a pesar de que hoy ya no exista vinculación institucional con la fábrica: no hay muchos lugares donde la historia de un club esté tan entrelazada con la de su comunidad.

El Juvencia fue fundado en 1923, lo que lo convierte en el club más antiguo del concejo de Oviedo, y uno de los pocos en Asturias con el título de "Real", concedido en 1928, como documenta Valentín Álvarez en su obra Real Juvencia. Historia del fútbol en Trubia. A Valentín se debe también la recuperación de una fotografía de 1926 en la que ya se aprecia el escudo con los dos cañones cruzados, símbolo que ha perdurado hasta hoy como seña de identidad del club.

El escudo del Real Juvencia.

El escudo del Arsenal. / LNE

El nombre elegido por sus fundadores tiene también un valor especial: "Juvencia" procede del latín iuventus, juventud, y refleja con nitidez el espíritu con el que nació el club: el empuje de aquellos jóvenes trubiecos —muchos de ellos obreros de la fábrica— que querían canalizar su energía en el deporte, el compañerismo y el orgullo local.

En su época dorada, el Juvencia llegó a militar 14 temporadas en Tercera División, cuando aquella categoría era una auténtica división nacional. Y por sus filas pasaron jugadores de tal calidad que cuatro de ellos vistieron el rojo de España con su selección nacional: Emilín, Gorostiza, Paquito y Chus Herrera, hijo de Herrerita y también internacional, tristemente fallecido a los 23 años, tras haber pasado en apenas dos temporadas de jugar en Quintana a hacerlo en el Bernabéu con el Real Madrid.

Para quien esto escribe, el vínculo con el club no es solo de estudio ni de archivo: fue también mi equipo en etapa juvenil. Aunque breve, aquella experiencia marcó mi relación con el Juvencia y con el fútbol de Trubia, y tal vez por eso me resulta tan natural reconocer su valor más allá del deporte.

Hoy, el club, ya lejos de la élite, mantiene su espíritu vivo en el fútbol base, con más de cien jóvenes repartidos en todas las categorías, desde minibenjamines hasta regional. El escudo del Real Juvencia sigue ahí, como testigo y emblema. En un momento en que tantos símbolos se diluyen o se vacían de contenido, el del Real Juvencia aún habla con hierro y convicción, tal como salían los cañones de Trubia.

Y mientras el Arsenal londinense dispara sus cañones esta semana en la Copa de Europa frente al Real Madrid, aquí, en el corazón de Asturias, seguimos fieles a nuestros orígenes. Más modesto, sí, pero más nuestro. Porque en Trubia, los cañones no son solo parte del escudo: forman parte del alma de un pueblo que nunca ha dejado de recordar de dónde viene.

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