Opinión | Crítica / teatro
Morir de éxito
Ficha del espectáculo
- "La desgracia"
- Dirección: Gemma de Luis
- Texto y dramaturgia: Pedro Durán y Hugo Manso
- Intérpretes: Pedro Durán y Hugo Manso
- Teatro Filarmónica, viernes 2 de mayo
"La desgracia" es un homenaje al cine y a los actores lleno de nostalgia, sueños frustrados y crisis existenciales, con pinceladas de humor absurdo, un poco de desesperanza beckettiana y una melancólica reflexión acerca de la fama, el éxito y el talento. Articulada en una docena de cuadros, cuyo hilo conductor son sus protagonistas, Ramiro y Pol, dos seres contrapuestos, brillantemente interpretados por Pedro Durán y Hugo Manso. El primero es un artista que triunfó y llegó a lo más alto, pero tras un fulminante y sorpresivo despido "cae en desgracia" y el segundo es un funcionario atrapado en un trabajo anodino y asfixiante. Sus vidas se cruzan en una oficina del paro, que refleja con sarcasmo una burocratización kafkiana y despiadada, pero los flashbacks continuos nos demuestran que sus destinos corrían paralelos e interconectados. Después de que un autobús les deje tirados en medio de la carretera, Ramiro, escéptico y sarcástico, enseñará los trucos del autostop a Pol, ingenuo y atolondrado, con un aire a Harpo Marx, que come zanahorias en claro guiño al Estragón de "Esperando a Godot". En otro cuadro conocemos el despido de Pedro perpetrado por un ridículo jefe gordinflón adicto a la gimnasia de mantenimiento (genial Hugo en la parodia). Abundan los homenajes al cine como la recreación de "Psicosis" con sombras chinescas en la que Ramiro sueña con su madre (brillante Pedro Durán) amenazándole por vaciar el bombo de 30 litros de agua caliente o en la que se declaran fans de "Blade runner" y Hugo recita el emblemático monólogo. El bloqueo de Pol en el casting final nos revela la extrema vulnerabilidad y exposición de los actores y lo despiadado de los seleccionadores aquí convertidos en malignos robots. Es desternillante la composición de Durán como siniestro adiestrador de "fuscionarios", ataviado con piel de zorro y profusión de eses, que le enseñará a Hugo los trucos del "trasbajo en esquipo".

Un instante de "Morir de éxito". / Cultura Oviedo
La sabia dirección de Gemma de Luis logra imprimir un buen ritmo a esta sucesión de escenas con transiciones musicales del cine de los años 50, que confieren un aire evocador muy adecuado para una pieza cuya mejor baza son unos actores en estado de gracia. El fuerte componente autobiográfico convierte a "La desgracia" en una denuncia de las condiciones laborales del gremio, así como en una reflexión acerca de lo efímero del éxito y la fama. La escenografía de Tamara Norniella es una estructura metálica con altillo que resulta funcional y simboliza el vertiginoso ascenso y descenso dentro del star system.
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