Opinión

Evocación "chopiniana"

Atractivo monográfico de la pianista Miyu Shindo

La Filarmónica ovetense mantiene el pulso de una programación atractiva y heterogénea donde tienen cabida propuestas menos convencionales –pero igualmente atractivas– como el "Boulevard music" de Arévalo y Alonso con otras citas más tradicionales –caso del recital protagonizado el martes por Miyu Shindo– sin renunciar a una calidad notable que, poco a poco, sirviéndose de nuevos patrocinadores y de una buena campaña de promoción y difusión de sus actividades, debería ir atrayendo más público al teatro de la calle Mendizábal.

Shindo, de tan sólo 23 años, llegaba a la centenaria institución ovetense como vencedora del Primer Premio y Premio del Público en el Concurso Internacional de Piano "Ciudad de Vigo" y sorprendió por su madurez interpretativa y su técnica impecable en un programa tan atractivo como repleto de dificultad, dedicado íntegramente a Frédéric Chopin. El "Nocturno en re bemol mayor, op. 27 número 2" sirvió para demostrar su precisión en las resoluciones armónicas y su elegancia en la aplicación de algunos rubatos, trazados con mucha inteligencia, que enfatizaron el lirismo de la pieza. Los dos estudios que interpretó ("Estudios en la menor op. 25 números 4 y 11") son puro ejercicio técnico que requieren de una habilidad y equilibrio en ambas manos resuelto por la intérprete japonesa con inusitada solvencia, sin perder velocidad ni presencia en los endiablados diseños escalísticos escritos por el compositor de origen polaco.

Cerraba la primera parte la "Balada número 4 en fa menor, op. 52", donde Shindo ajustó adecuadamente los fraseos melódicos, haciendo un buen uso del pedal, conjugando las partes de mayor exigencia técnica con un exquisito lirismo para convencer al público filarmónico.

La segunda mitad seguiría la misma tónica, con las "Tres mazurcas op. 56" y la "Sonata número 2 en si bemol menor, op. 35", con sutiles detalles que llenaban de atractivo su interpretación. Destacamos el tercer movimiento de la sonata, donde la joven artista supo plegarse al dramatismo que encierra la célebre "marcha fúnebre" y al lirismo de la sección central, explotando el registro más agudo en un volumen siempre contenido que mostró las costuras del piano de la Filarmónica, con un timbre demasiado metálico para este tipo de repertorio donde impera la calidez.

Notable versión del "Nocturno en fa mayor, op. 15 número 1" y del "Scherzo número 2 en si bemol menor, op. 31", resolviendo con entereza y de forma sutil la caprichosa agógica chopiniana con un incesante trabajo –en la última de las piezas– de la mano derecha. El "Vals brillante, op. 34 número 1" fue la mejor manera de cerrar la velada por parte de la joven intérprete que, a buen seguro –en vista de su edad y talento–, volverá a figurar, durante los próximos años, en la programación de la Sociedad Filarmónica de Oviedo.

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