Opinión

El entusiasmo docente

En la muerte del profesor Juan Ramón Coronas

Casi medio año después que su hermano, Santos Coronas González, ha fallecido su hermano mayor, Juan Ramón Coronas Gonzalez (Mieres, 1940-Oviedo, 2025), Monchu para su familia e íntimos, a quienes desde aquí envío mi cariño. Es una pérdida personal, y también para la Universidad de Oviedo, a la que se dedicó siempre con ilusión juvenil.

Conocí a Juan Ramón Coronas hace casi treinta años, cuando me incorporé al área de Historia del Derecho de la Universidad de Oviedo en el último curso de la licenciatura, ya clara mi vocación. Desde el primer día me acogió con mucho cariño y se preocupó de que diese mis primeras clases. Preparé con él las que serían las primeras que impartí, sobre la historia del Consejo de Estado, del Tribunal de Cuentas y el proceso legislativo. Las recuerdo bien porque nunca volví a dar unas clases tan especializadas a los alumnos de primer curso de Derecho. Era muy buen método.

Juan Ramón era un buen profesor, y estoy segura de que quienes fueron sus alumnos tendrán guardado un buen recuerdo. Quizás su imagen, siempre cuidada y formal, incluso fumando en clase, cuando hasta los estudiantes lo hacían. Sobre todo, hacía fácil la comprensión de verdaderos temas de investigación, como cuando utilizaba como manual de la asignatura Historia del Derecho Público la última publicación científica de su hermano, catedrático de la disciplina, sobre el origen del constitucionalismo. Se arreglaba para convertirlo en docencia y hacerlo fácil. También recordarán las excursiones que hacía con los estudiantes a Madrid. Yo pude acompañarle en la que creo fue la última: visitamos el Tribunal de Cuentas y el Consejo de Estado, recibidos por sus letrados. Y recorrimos con él la ciudad en busca de esculturas a juristas y políticos asturianos, como su preferido, Agustín Argüelles.

Juan Ramón Coronas dedicó su tarea investigadora a la historia de la Universidad de Oviedo, sin duda influenciado por su gran amigo, el profesor Santiago Melón (Oviedo, 1939-2001), a quien debemos, en mi opinión, las mejores páginas sobre dicha historia. También dedicó mucho tiempo de su vida a algunos de los juristas y políticos asturianos más relevantes. La última vez que estuve con él, llegó cargado con decenas de documentos sobre Rafael del Riego, que había pedido al Archivo Histórico Nacional.

Me enseñó la importancia de la historia local para el conocimiento y comprensión de la historia del derecho en su complejidad, y cómo compararla con otros territorios. A lo largo de mi carrera, me sorprendió que algunas instituciones académicas nacionales, sobre todo de evaluación, no tuviesen la misma consideración. Afortunadamente, ha dejado de ser así; tenía razón Juan Ramón. Un gran compañero del que me quedan muchos buenos recuerdos, como pienso compartirán todos los que tuvimos la suerte de coincidir con él en la vida. Ya forma parte de la historia de la Universidad de Oviedo, en concreto, de la Facultad de Derecho, a la que tanto tiempo dedicó.

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