Opinión
Ramón Sobrino
Una corte faraónica de purpurina y arcoíris
Un espectáculo divertido, menos transgresor que hace unos años, que hizo reír a un público entregado en el teatro Campoamor
Ficha del espectáculo
- "La corte de Faraón"
- Dirección musical: Néstor Bayona. Dirección de escena: Emilio Sagi. Con María Rey-Joly, Milagros Martín, Enrique Viana.
- Oviedo Filarmonía y Coro «Ciudad de Oviedo».Teatro Campoamor.
Teatro absolutamente lleno para ver la reposición de la divertida "Corte de Faraón" de Emilio Sagi, tercer título del XXXII Festival de Teatro Lírico Español de Oviedo. Esta puesta en escena, coproducida por nuestro Festival de Teatro Lírico, el Teatro Arriaga de Bilbao y el Teatro del Canal de Madrid, había sido estrenada en 2012 en Bilbao y en 2013 en Oviedo, y ha resistido bien el paso de estos trece años, aunque ahora se han incorporado algunas modificaciones, fruto de la denominada "cultura de la cancelación".
El objetivo de esta "opereta bíblica" en un acto y cinco cuadros de Perrín, Palacios y Lleó, estrenada en 1910 en el teatro Eslava y llena de música sencilla y deliciosa, no era otro que entretener al espectador, con una mezcla de elementos sicalípticos, picantes, arrevistados, y de zarzuela, sobre un argumento distanciado en el tiempo, con insinuaciones a temas sexuales, intensificadas por los dobles sentidos lingüísticos.
La obra llegó a representarse 762 veces seguidas en Eslava, y en 1911 se presentó en el Teatro Real, en una función especial para la Familia Real.
El texto, basado en la narración del Génesis, capítulos 37 a 41, hace referencias a la venta de José como esclavo a los ismailitas, que lo llevan a Egipto y lo venden a la mujer de Putifar; también a la interpretación de los sueños de Faraón y a su promoción en la corte egipcia. Pero, en realidad, esto un pretexto que se mezcla con otros elementos creados por Perrín y Palacios –que, a su vez, se inspiran en la opereta en tres actos "Madame Putiphar" (1897), de Diet, con texto de Depré y Xanrof, donde aparece el generalato de Putifar y el nombre de Lota–, para crear una divertida historia de enredos sicalípticos entre Lota –esposa de Putifar– y la Reina, que acosan al casto José.
El texto ha sido reescrito y modificado por Sagi, y en el cuadro tercero, por Enrique Viana. Un hablado inicial de Faraón revela que el rey está cansado de su corte y quiere modernizarla. Sagi mantiene el juego de los dobles sentidos original, y añade nuevas "vueltas de tuerca" a su versión, creando nuevos dobles –y triples– sentidos, cambiando las bailarinas por bailarines, y haciendo que Sul, la babilonia –papel estrenado en 1910 por la soprano Carmen Andrés–, sea interpretada por Enrique Viana.
La obra está llena de elementos paródicos, tanto musicales como literarios. No sólo aparecen citas y parodias de "Aida" de Verdi, o del exotismo orientalista a modo de Saint-Saëns, sino también del tema de "La tarántula" de "La tempranica", de valses de opereta vienesa o elementos andalucistas, como el garrotín; y, por supuesto, se incorpora el cuplé de actualidades, habitual de la revista musical de fines del XIX y principios del XX. Los tres primeros cuadros comienzan con una introducción orquestal, que se une a los pasajes musicales siguientes. Los ocho números musicales de la obra presentan cierta complejidad formal, predominando la acumulación seccional de pequeños fragmentos musicales. Algunas referencias musicales, como la fanfarria de trompetas inicial, o el "Ritorna vincitor!" son fáciles de identificar en la actualidad; otras, como el flautín que al final de la primera introducción instrumental simboliza al castrador de cerdos –y acompaña las intervenciones de Putifar, que ha perdido sus "atributos" en la batalla–, no tanto. La cadencia final de metales y cuerdas del número de presentación de Lota es una divertido juego musical tras el texto del coro "Virgen es… Cuando en Tebas lo dicen / es que en Tebas lo deben saber". El tema "En el templo de Isis" funciona como motivo conductor de los primeros cuadros.
Es un lujo contar con María Rey-Joly y con la sabiduría escénica de Milagros Martín para los papeles sicalípticos de la hermosa Lota y la poderosa Reina, sobre las que, junto al casto José, recae el peso musical de la obra. Muy correctas Amaya Pinto en su papel de Raquel, y las tres viudas, encarnadas por las asturianas Serena Pérez, María Heres y Ana Nebot. Muy correctos también Enric Martínez Castignani como el Gran Faraón, Ramiro Maturana como Putifar, y Abraham García, Carlos Mesa y Oscar Fresneda en sus respectivos papeles.
El gran triunfador de la noche ha sido Jorge Rodríguez Norton en su estupenda interpretación del casto José, papel que ya ha estrenado hace 13 años y que domina a la perfección. Su dúo con Lota, María Rey-Joly, es uno de los números fuertes de esta opereta bíblica.
Tras el dúo, sale del sarcófago Enrique Viana, para cantar las famosísimas coplas de Sul, la babilonia, en un juego de "cross-gender" con falsete. La acción escénica se detiene, y asistimos a la actualización de los textos de los cuplés –práctica habitual de la revista lírica– y a un largo y divertido monólogo original de Viana, que dialoga con el director de la orquesta y consigue hacer que el público masculino cante, primero "a palo seco" y después con la orquesta, el estribillo del "Ay ba.., ay ba…", haciendo un calderón antes de "Judea".
El Vals del juicio, en la línea de la opereta vienesa, retoma la acción.
Queda todavía la delirante interpretación del sueño de Faraón, consistente en que en el futuro se bailará el garrotín gitano.
El último cuadro es la apoteosis de revista en un cuadro vivo ante el templo del cornudo Apis, con Putifar y Faraón agarrados a los cuernos del dios buey, y José en el centro, acariciado a la vez por Lota y la Reina.
Como "propina", se nos repiten los cuplés del babilonio, actualizados de nuevo y cantados por toda la corte faraónica y por el público.
Quizá la modernización del vestuario al final de la obra, signo de la supuesta actualización de la corte, choca visualmente y, unida a los graffitti, evoca imágenes "almodovarianas" que explican también otras de las modernizaciones de esta Corte.
La orquesta, bien. El maestro Néstor Bayona, buen concertador, respetó los volúmenes de las voces, y supo solucionar mínimos desajustes en las entradas de algunos personajes. El coro, dirigido por José Manuel San Emeterio, bien, como siempre.
Y la escena de "nuestro" Emilio Sagi, con su equipo habitual –Javier Ulacia, Daniel Bianco, Eduardo Bravo, David Hortelano, Nuria Castejón–, fabulosa, llena de dorado, que se "barre" al final. Un espectáculo divertido, menos transgresor que hace unos años, que ha hecho reír al público, entregado a la magia del teatro lírico español.
El teatro, una vez más, estaba totalmente lleno. La segunda función también está completamente vendida. Creemos que sería posible llenar también una tercera función, demandada por el público, pues la zarzuela es seña de identidad de Oviedo, Capital Musical de Europa.
Suscríbete para seguir leyendo
- Fallece de forma repentina una mujer de 69 años en una transitada calle de Oviedo
- Alfredo Canteli, alcalde de Oviedo: 'Vamos a firmar diez conciertos en el Palacio de los Deportes que serán un bombazo
- Oviedo, de récord en récord de población: 420 habitantes más desde marzo y estos tres barrios crecen más que ninguno
- La avenida de Galicia estrena acera a una de sus márgenes: 'Hay ganas de ver el resultado final
- Estos son los cuatro candidatos a dirigir el Museo de Bellas Artes de Asturias: han pasado el corte
- Catorce sacerdotes de la diócesis asturiana celebran las bodas de oro y plata de su ordenación 'con ilusión de novatos
- La empresa asturiana que pesa más que nunca
- Ni en el primer plazo ni en el segundo: el IES Margarita Salas de La Corredoria sigue en obras y sin inaugurarse