Opinión

Luminosidad renacentista

El conjunto vocal dirigido por Lionel Meunier "Vox Luminis" culmina el ciclo barroco con un recital excepcional

La clausura de la XII edición de la "Primavera Barroca" llegó de la mano de "Vox Luminis", conjunto vocal de referencia en la interpretación del repertorio de los siglos XVI y XVII que ofreció, en una sala de cámara abarrotada, las "Hieremiae Prophetae Lamentations" de viernes y sábado Santo de Orlando di Lasso y la "Missa Papae Marcelli" de Giovanni Pierluigi da Palestrina, conmemorando el quingentésimo aniversario de su nacimiento.

Las Lamentaciones del Profeta Jeremías sirvieron para mostrar un perfecto equilibrio entre las diferentes cuerdas, con unas voces graves rotundas, bien timbradas y plenas de armónicos. Todo en la ejecución, desde unos tempi fluidos y ligeros hasta un color vocal sugerente y muy atractivo, rebosaba una elegancia que, inmediatamente, captó al público ovetense. La formación coral se mostró pródiga en todo tipo de sutilezas y detalles para redondear la media docena de lamentaciones que figuraban en el programa, plasmando las figuras retóricas a las que alude el texto –no olvidemos que di Lasso es uno de los mejores madrigalistas de la historia de la música– e imprimiendo siempre el volumen preciso, con efectistas juegos de dinámicas, sin detener en ningún momento el incesante discurso musical.

Destacamos, igualmente, el acierto en la breve pausa entre las dos obras, un pequeño remanso de paz que invitó a la introspección propia del repertorio que se interpretaba y que se acentuó gracias al respeto del público. Del mismo modo, llamamos la atención sobre las voces agudas, cubiertas adecuadamente en todo momento dentro de una ejecución exquisita, con entradas certeras y sonido uniforme convenientemente empastado.

La "Missa Papae Marcelli" es otra de las grandes obras de la polifonía sacra que el público asturiano ha podido escuchar, no hace tantos años, en las voces de El León de Oro –cuyo director, Marco Antonio García de Paz, no quiso perderse el concierto– y que , en esta ocasión, estuvo magistralmente interpretada por "Vox Luminis". Cada una de sus cinco piezas evidenció el trabajo y la interiorización de la obra por parte de cada corista, relegando la experimentada dirección de Lionel Meunier a una sucesión de gestos sin mayor trascendencia. La velada ganaría en expresividad durante esta segunda parte, ajustando cada voz los retardos y anticipaciones armónicas que adquieren, en este repertorio, gran protagonismo, con un "Crucifixus" (Credo) espléndido y vibrante, un Sanctus pulcro y bien balanceado y un Agnus Dei íntimo y rebosante de calidez. Sin duda, la mejor forma de clausurar un ciclo que, cada año, incrementa un poco más su nivel y popularidad.

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