Opinión

Punto y seguido

Los "Conciertos del Auditorio" sellaron el pasado sábado una nueva edición -y van 26-, a manos de la Oviedo Filarmonía y el violonchelista Pablo Ferrández. El programa, de marcada impronta británica, fue todo un acierto que permitió al solista y a la sinfónica lucir sus virtudes, descubrir nuevos repertorios y culminar la temporada de la mejor manera posible.

"Within her arms", la obra de Anna Clyne para orquesta de cuerda, fusiona las voces de los diferentes instrumentos para simular el abrazo a un ser querido. La pieza evoluciona desde la inquietud (plasmada en las disonancias iniciales) hasta pasajes de gran lirismo en los violines, articulando un discurso musical coherente y bien concebido que los profesores de la OFIL supieron recrear trabajando bien cada uno de los planos sonoros delineados por la maestra Yue Bao.

Es obligación revisitar el "concierto para violonchelo en mi menor", op. 85 de Elgar cada cierto tiempo. Sus inagotables melodías y su honda capacidad expresiva lo convierten en una de las páginas más singulares de su repertorio que, el sábado, generó algunas dudas. Pablo Ferrández dejó, ya desde los primeros compases, una brillante impronta gracias a la impecable sonoridad de su Stradivarius "Archinto", descubriendo un timbre atractivo, cálido y de gran carnosidad, idóneo para este tipo de obras. A lo largo de los cuatro movimientos en los que se estructura el concierto, el violonchelista madrileño exhibió una técnica espléndida, pero destacamos, por encima de todo, la musicalidad que supo imprimir en cada uno de los registros, desde unos graves rotundos y compactos, a unos agudos sedosos, pasando por un caudaloso y cantábile registro central. Oviedo Filarmonía se mantuvo siempre en segundo plano, muy celosa de no sobrepasar o incomodar en volumen al solista y cuidando los fraseos que, no obstante, desembocarían en algunos desajustes y la versión que encabezó Bao no llegó a explotar la capacidad emocional que posee esta página del compositor británico.

La propina de la "Suite número 1 para violonchelo" que regaló Ferrández dejaría un gran sabor de boca. El madrileño lució una sonoridad exquisita y ajustó cada melodía, conteniendo la respiración en aras de una mayor expresividad tan solo quebrada por el llanto de un bebé, las toses y un inoportuno teléfono móvil que casi hizo detenerse al artista.

Las "variaciones sobre un tema original para orquesta", op. 36 de Elgar, dejaron el protagonismo indiscutible de la OFIL, donde la cuerda y las maderas exhibieron un nivel notable -más dubitativos y fuera de volumen se mostraron los metales- que ejecutaron con solvencia las catorce variaciones (las "Enigma"). Yue Bao posee un gesto amplio, elegante y mantuvo enchufada a la sinfónica ovetense, con algunos pasajes de cierto efectismo, como en la X variación o en la "Romanza" (XIII). En definitiva, una temporada que pone el punto final a la presente edición y el punto y seguido a la excelencia que, a buen seguro, llegará a partir del mes de octubre.

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