Opinión

Jesús Bernal, in memoriam

Despedida a un gran jurista y amigo

Mi compañero Pedro de Silva, en una hermosa necro, si es que la tristeza implícita en las necrologías puede devenir hermosa, recuerda que no fueron tantas las coincidencias jurídicas que tuvieron, al tocar apenas el buen gijonés el Derecho Procesal Penal. Eran tiempos además que en estrados y/o audiencia pública apenas se veían los pleitos civiles por lo que, sin embargo, en mi caso, penalista vocacional, escalón debajo de Jesús, nuestros encuentros fueron innúmeros en el manejo de interrogatorios, cuestiones previas, debates y conclusiones. Le admiré desde la bancada de enfrente mientras improvisaba argumentos a oponer a los exquisitos suyos. A él me introdujo un gran amigo común, que le seguía de cerca, el brillantísimo letrado Ignacio Buylla Corujo, muerto, junto a Jaime Valdés Hevia y Agapito Melchor Fonseca, por un, metáfora socorrida desde entonces, kamikaze negligente por no llamarle asesino en la autopista "Y". Siempre supe que a Ignacio y a Jesús, además del amor al Derecho, les unía misma ambición de llegar a vivir la democracia. Jesús procuraba, sin embargo, evitar cualquier connotación política, pese a lo que me puso en contacto con un pariente suyo, socialista en su Salamanca natal, que llegó a presidir el Consejo Social de aquella castiza Universidad, y que en Oviedo tuvimos entrevista clandestina con Felipe González, propiciada por Juan Luis Rodríguez Vigil, en la desaparecida cafetería Choko, cuando se iniciaba "Justicia democrática". Sería 1972 y, como gustaba a Vallejo, una tarde de aguacero. Luego, por fin, llegó pronto la libertad y Jesús disintió sin alharacas de varias decisiones que se mal tomaron. En mi tiempo de responsabilidades públicas, vacante la jefatura fiscal del TSJ de Asturias, Jesús era el candidato idóneo pero el teniente del Supremo, padre del actual Presidente del Constitucional, alegó en su contra una dudosa incompatibilidad en la que nadie había reparado. María Teresa, de cuyo deceso me entero ahora también tristemente, y Jesús almorzaron en casa de mi madre en Salinas desde donde mantuvimos contacto con el Fiscal jefe Leopoldo Torres Boursault, con el que yo gastaba amistad de una enloquecida aventurera misión de Derechos Humanos en Libia. Recuerdo bien la dignidad de Jesús negándose a sortear la tal endeble incompatibilidad. Después, designaron a Rafael Valero al que Jesús fue leal como constaté hasta límites emocionantes durante una visita de Salcines, Fiscal del estadounidense Estado de Florida.

La última vez que le vi fue en el claustro benedictino donde se fundó Oviedo, Jesús se iba luego a la arcada del Fontán en recorrido habitual, sabatino o dominical, por los lugares emblemáticos de la que, salmantino cabal, ya fue siempre su ciudad.

Si hermosa o no fue la necro de Pedro, también la homilía del celebrante de la misa despedida en los carmelos, sobre todo, cuando se refirió a la conjunción de Justicia y Misericordia.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents