Opinión

Día de Portugal: dos lenguas hermanas, una oportunidad global

En la fiesta nacional lusa, una mirada a la riqueza lingüística compartida y al potencial desaprovechado entre España y Portugal

Una actuación de fado en el Club LA NUEVA ESPAÑA.

Una actuación de fado en el Club LA NUEVA ESPAÑA.

Cada 10 de junio, Portugal celebra su fiesta nacional: el Día de Portugal, de Camões y de las Comunidades Portuguesas. No es una fecha elegida al azar. Ese día murió en 1580 Luís de Camões, la figura cimera de la poesía portuguesa, autor de Os Lusíadas y símbolo de toda una nación. Pero además de honrar al escritor, los portugueses celebran también a su país y a quienes, desde fuera, siguen sintiéndolo propio.

Esta fecha es una excelente ocasión para reflexionar sobre lo que nos une. El bloque lingüístico ibérico constituye una fuerza global de primer orden. Las proyecciones indican que, hacia 2030, el número de hablantes de ambas lenguas superará los mil millones. Y lo que es más, otra gran ventaja reside en que son las dos únicas grandes lenguas del planeta capaces de entenderse mutuamente sin haber sido estudiadas formalmente. Una oportunidad única, a menudo desaprovechada.

Sin embargo, en España seguimos prestando escasa atención al estudio del portugués. Hace tres décadas, por experiencia personal, si querías obtener el B2, debía desplazarse a Madrid, ya que ni la Escuela Oficial de Idiomas de Oviedo (EOI) ni otras de Asturias ofrecían esa enseñanza. La situación en las EOI, lamentablemente, continúa. Es cierto que ha mejorado en algunas comunidades, pero el camino aún es largo. Resulta llamativo que, a unas tres horas por carretera desde Asturias, sigamos de espaldas a una lengua que se habla en todos los continentes.

Cierto es que muchos portugueses son capaces de hacerse entender en español. En una ocasión, un amigo asturiano me decía en Lisboa: “¿Viste? ¿Para qué voy a estudiar portugués si entendí todo lo que me dijo?”. No se daba cuenta de que aquel amable lisboeta le hablaba en español salpicado de palabras en portugués, lo que los propios lusos llaman, no sin humor, portuñol.

Y es que, leído, el portugués resulta bastante accesible para un hispanohablante, pero escuchado —incluso a velocidad normal— puede llegar a sonar —con cariño lo decimos— como una lengua del este de Europa.

Pero esta aparente facilidad de comprensión mutua esconde sus propias trampas. Hay malentendidos y, sobre todo, muchos falsos amigos lingüísticos, habituales entre lenguas tan próximas. Si una portuguesa te dice “Vou ligar-te”, no es que haya saltado la chispa: simplemente te va a llamar por teléfono. Si decimos que la comida está “esquisita”, estamos señalando que sabe rara o extraña. El coche te lo reparan en la “oficina”, que en portugués significa taller, mientras que su “escritório” es lo que nosotros llamamos oficina. Y si comentamos que esa “salsa” está deliciosa, nos referimos, sin saberlo, al perejil: en portugués, salsa es molho. La lista es larga y da para anecdotario, pero todo eso forma parte del encanto de acercarse a otra lengua con humildad, con una sonrisa… y con un diccionario a mano, por si acaso.

En una cumbre ibérica, el rey Felipe VI ya lo sentenció: el español y el portugués, unidos, poseen un potencial inmenso como puente cultural y comercial en el mundo. Si conseguimos aprovechar su cercanía —que es lingüística, pero también histórica, cultural y afectiva—, podríamos liderar un espacio ibérico global que dialoga con todos los continentes. Por eso, en este Día de Portugal, celebremos no solo a Camões y su gesta épica, sino también ese entendimiento natural, que no automático, entre nuestras lenguas. Entenderse no es solo una cuestión de palabras: es un acto de voluntad, de respeto, de estudio y de afecto. Y si lo hacemos bien, puede convertirse en una de las grandes oportunidades del siglo XXI.

El Día de Portugal debería ser, para nosotros también, una fecha de reflexión. No solo para recordar lo mucho que nos une históricamente —desde los Tratados de Tordesillas hasta el presente—, sino para tender puentes hacia el futuro. Como dijo Camões, "si mais mundo houvera, lá chegara" —si hubiera más mundo, hasta allí habríamos llegado. Tal vez ahora, lo que falta no es mundo, sino la voluntad de recorrer juntos el que ya tenemos.

Tracking Pixel Contents