Opinión

La falta de consideración con la iglesia de San Juan de Priorio

Los numerosos desperfectos en el edificio más representativo de la parroquia rural ovetense

Hace algunas semanas aproveché la tarde para contemplar una vez más, no me canso, el edificio tan emblemático de la parroquia de Priorio: la iglesia. Una vez allí la pena aderezada con una buena dosis de indignación al contemplarla hizo mella en mí, porque todo sigue igual desde el mes de enero de 2023 y no veo que haya intención de subsanar lo que en una fría noche de invierno hicieron los ladrones con nocturnidad y alevosía. Los hechos fueron denunciados por quien suscribe en este diario el 30 de enero de aquel año en el artículo "El robo del cobre en la iglesia de Priorio", pero han pasado más de dos años y el estado de la cubierta del porche adosado a la portada oeste sigue igual.

La administración asturiana competente en el asunto que nos concierne procedió a colocar un plástico y a fecha de hoy el paso del tiempo lo transformó en jirones como se puede ver en la foto adjunta, pero nadie dice nada y tampoco ve nada, porque creo que los que frecuentan la iglesia son invidentes como el ciego de Jericó o como aquel que Juan relata en el capítulo 9 de su evangelio. No sé si rogar a Dios para que un domingo se presente en el campo de la iglesia y obre el milagro; ahora bien creo que no se trata de una ceguera consecuencia de una enfermedad, más bien responde al dicho "no hay más ciego que el que no quiere ver" y entonces el poder divino para remediarlo lo tiene muy difícil por no decir imposible. Me pregunto, ¿qué hace el párroco ante una situación como esta? Dicen que se queja ante los responsables, pero en este caso yo me identifico con el llamado Dídimo cuyo relato recoge el evangelio del segundo domingo de Pascua del que fueron privados de escuchar los feligreses como consecuencia de la supresión de la misa en esta parroquia previo anuncio publicado en la puerta de la iglesia. Tomás dijo que si no metía su dedo en los huecos que dejaron los clavos y su mano en el costado no creía, pues a mí me pasa lo mismo hasta que no vea pruebas documentales en las que se constaten las gestiones realizadas por el responsable del culto y de la integridad de esta iglesia, porque la auctoritas que puedan imprimir los ornamentos y el ambón no se sostiene con palabrería hueca. Además, como católico que soy no entiendo la fe sin obras y en el caso que nos concierne no me sirve como argumento la oralidad, puesto que es de plena vigencia la sentencia de Cayo Tito al senado romano: "verba volant, scripta manent". Tampoco es de extrañar que ocurran estas cosas, porque desde el 27 de septiembre de 2020 la opacidad y el oscurantismo en la gestión de la parroquia es su seña de identidad con la complicidad de quienes tienen que tomar cartas en el asunto. La misma situación ocurre en la capilla neogótica del cementerio. El canalón de cobre fue sustraído unos días antes que el de la iglesia, pero no se ha repuesto todavía y no parece que haya intención de colocar uno nuevo. Un ejemplo más que corrobora la desidia, falta de interés y de respeto por parte de quien también es responsable del decoro y buen estado del patrimonio eclesiástico de la parroquia: la iglesia sin olvidar las campanas que hace tiempo que han dejado de marcar las horas, así como convocar a la misa dominical y el cementerio.

La feligresía tiene lo suyo y la falta de interés, quizás por desconocimiento, no le exime de su responsabilidad, porque con su manera de actuar que no es otra que permanecer en silencio se convierte en encubridora de esta situación y además lo que a mi juicio es más grave, muestra con su proceder una total desconsideración hacia quienes nos han legado este patrimonio, que en el caso de nuestra iglesia se remonta a casi un milenio y en el del cementerio a ciento veinte y ocho años. Sin embargo, en otros enclaves cercanos a nosotros ocurre lo contrario, el pueblo se vuelca para recuperar, mantener, proteger su patrimonio y tradiciones en lo que constituye desde un punto de vista religioso un acto de comunión y desde el ámbito civil el ejercicio de la ciudadanía activa.

Finalmente, la administración de Principado no ha estado a la altura de las circunstancias y no puede justificar el retraso en la reparación del daño ocasionado por el robo. No hay excusa que valga, no es de recibo que en veintiocho meses no se haya podido actuar y que la iglesia permanezca en este estado. Hace tiempo adopté la decisión de permanecer callado, pero mi conciencia me lo impide a sabiendas de que estas reflexiones no serán del agrado de algunos; no obstante siempre he defendido que a las cosas hay que llamarlas por su nombre y cuando haya que reconocer lo que se hace bien seré el primero en hacerlo, pero también cuando no se actúa como es debido no me quedo atrás y no me quita el sueño poner a cada cual en su sitio. San Juan de Priorio no merece la desatención ni por parte del párroco, ni del Arzobispado, ni del Principado de Asturias en el ámbito de las competencias de cada cual.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents