Opinión

Manuel Robles

Una jira muy esperada en Oviedo

El Corazón de Jesús vuelve a latir en lo alto del monte Naranco

La subida al Naranco del Corazón de Jesús, una cita esperada por muchos ovetenses, que combina fe, tradición y comunidad en un entorno natural privilegiado.

Una jira muy esperada en Oviedo

Una jira muy esperada en Oviedo

Entre los asistentes a la cita celebrada el pasado domingo, destacó la presencia del Alcalde de Oviedo, Don Alfredo Canteli, y su mujer, Marta Suárez, acompañados por varios miembros de su equipo municipal. Su participación, discreta y cercana, fue recibida con afecto por los organizadores y por la comunidad, que agradece la continuidad del respaldo institucional a esta celebración ya arraigada en la vida de la ciudad.

Desde primera hora de la mañana, voluntarios preparaban el lugar. Jerónimo y Cristina, habituales colaboradores de la parroquia, ayudaron a colocar las sillas y a disponer con esmero el altar a los pies del monumento. Su trabajo callado y eficaz dio forma a una liturgia sencilla, pero muy cuidada.

La Eucaristía fue presidida por un servidor, Manuel Robles, como rector de la Basílica del Sagrado Corazón, y concelebrada por los padres jesuitas Teodoro García y Jaime Peñaranda, que representaron con su presencia la hondura espiritual de esta devoción tan ligada a la Compañía de Jesús.

En la homilía, opté por interpelar directamente a los presentes:

"¿Quién te quiere de verdad?" A partir de esa pregunta, fui desarrollando el corazón del mensaje: "Jesús no nos ofrece teorías, sino su Corazón vivo y abierto. Un Corazón que nos consuela, que nos acompaña y que nos envía".

El paisaje, el recogimiento y la música discreta crearon un clima de oración sereno, que se prolongó más allá de la misa. Muchos fieles permanecieron un rato más en silencio, contemplando la figura del Corazón de Jesús sobre la ciudad, como si no quisieran marcharse del todo.

Con esta edición, la subida al Corazón del Naranco alcanza ya 44 años de fidelidad, de comunidad y de fe compartida.

Una tradición que no se detiene, porque el Corazón de Jesús sigue llamando… desde lo alto y desde dentro.

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