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Opinión

Un siglo de la fundación del Ateneo de Oviedo

Los avatares para la puesta en marcha de una organización que encontró dificultades para constituirse

El pasado 18 de septiembre se cumplió un siglo (18-09-1925) de la fundación del Ateneo de Oviedo, después de una larga travesía en el desierto que se inicia tímidamente en el curso 1854/1855, en tiempos de O’Donell y Espartero, en una corriente de apertura cultural liderada por Madrid cuyo Ateneo se había fundado el 1º de junio de 1820. En Oviedo, el magistrado jubilado Pedro Álvarez Celleruelo auspicia una reunión con las fuerzas vivas de la ciudad reforzada por la Universidad, en la que se integran entre otros miembros Guillermo Estrada, José Indalecio Caso, Manuel Pedregal, Gumersindo de Azcárate, José González Alegre y Juan Muñiz (luego maestro de tantas generaciones). La Universidad acogió en sus aulas esta corriente de inquietud cultural. En el curso siguiente de 1855-1856 el convento de San Francisco albergaría a los ateneístas y ya se inicia un declive de la institución y su desaparición posterior.

En Noviembre de 1877 en las páginas de la publicación "Ecos del Nalón", Clarín a la sazón con 25 años, proclama: "¡Ateneo¡, palabra qué debe sonar a remordimiento a tantos jóvenes activos ilustrados, como discurren por esas calles de Oviedo, vertiendo en desperdicios el ingenio y la natural elocuencia en debates nada académicos. ¿Porqué no tiene Oviedo un Ateneo?". Diez años más tarde, en 1887, Fermín Canella en su documentada obra "El Libro de Oviedo" comenta: "En diversas épocas existieron en Oviedo Academias científico-literarias, particulares y oficiales, que han desaparecido por diversas causas, y en estos últimos años se pensó en el establecimiento de un Ateneo, a semejanza del que tienen otras capitales no llegándose a ningún fin".

En 1892 se había fundado el "Ateneo Asturiano" por el Obispo de la Diócesis con sede en el Palacio Episcopal, con un claro sesgo católico. En enero del citado año se publica su reglamento y orientación.

Pasarían varias décadas sin observarse movimientos significativos en pro de la creación del Ateneo y resurgen en los años 20 del pasado siglo. En octubre de 1921 el diario "La Prensa" de Gijón en una análisis comparativo con Santander, donde existía el Ateneo desde 1914 se preguntaba, "Oviedo no cuenta con ningún Ateneo, ni espléndido ni modesto. Todas las tentativas qué se realizaron a tal fin desde Jovellanos, hasta Laverde Ruiz, Aramburu y desde Aramburu hasta nosotros hubieron de constituir un lamentable fracaso". Además, resultaba sorprendente que otros municipios o villas asturianas tuvieran su Ateneo y la capital no, como Noreña, Gijón, Moreda, Avilés, Langreo o Villaviciosa.

En 1922, José Buylla presidente del Casino, está dispuesto a ceder parte de las instalaciones al Ateneo pero el irreductible individualismo ovetense da al traste con la operación. Al año siguiente, 1923, unos cuantos hombres se reúnen en el Casino para fundar el Ateneo, se redactó el reglamento, se eligió Junta Directiva y se buscó el edificio adecuado para instalarse.

Tampoco este proyecto tuvo recorrido y se comentaba que en Oviedo había dos cosas que parecían de imposible realización: los 30 años del monumento a Clarín y los cerca de 100 del Ateneo. No estuvo exento de polémica su inauguración porque inicialmente estaba prevista la intervención de Álvaro de Albornoz con el tema "La figura de Sagasta", anulada por la Dictadura. Finalmente se inaugura el 18 de septiembre de 1925 con una conferencia de Rafael de Altamira con el tema "Lo que puede ser un Ateneo". Desaparecido el Ateneo en la posguerra se procedería a su nueva constitución el 1º de abril de 1962 con la Junta Rectora de la que formaría parte Valentín Masip como Presidente y Enrique Balbín como Secretario. n

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