Saltar al contenido principalSaltar al pie de página

Opinión

Con Luis García Montero

Era un mediodía brumoso, Almudena Grandes había salido de la terminal para comerse un cigarrillo bajo la visera de acceso a la T-4, aeropuerto no sé si ya Adolfo Suárez, espetándome:

-Espera un minuto nada más. Gabilondo ha propuesto a Luis para el (Instituto) Cervantes…

Mi cagaprisa merecía ese alto para seguir escuchándola.

-¿Y tú qué opinas?

-Apoyo que acepte. No debemos seguir puros sin mezclarnos en las políticas y las decisiones

Ahora, tras un período inmaculado, «por encima del bien y del mal en los medios, aún los más derechosos», le constato objeto de descalificaciones por soltar evidencias o simplemente «Verdades como puños» que titulaba el otro Gabilondo.

Luis es persona humanísima, abierta y prudente donde las haya. Él mismo pide perdón por limitarse a recurrir apenas a evidencias.

Se le tacha de burócrata y sectario comunista, ¡¡por favor!! Cosas parecidas murmuraban sobre mí conspicuos representantes de la Vetusta del tardofranquismo

En España no solo abundan los ignorantes del régimen anterior, valgan las expresivas encuestas, con o sin Tezanos detrás, sino que la desinformación también alcanza a lo que fueron, y en parte siguen en varias partes del mundo, dictaduras y burocracias, comunistas y no comunistas, desconociendo el perfil humano de quienes tuvieron valor para enfrentar la dictadura con que toparon. Luis García Montero termina su polémica no buscada de forma elegante, con una ágil petición de perdón sin rebuscar argumentario fuera de la consabida estricta evidencia. Como Luis es uno de los mejores poetas del siglo XXI, termino mi solidaridad mentando a otros acreditados creadores del género a los que traté, en relación que compartimos. Y es que Ángel González –incontrovertible, quiero suponer amablemente para los detractores de Luis– hizo a García Montero albacea de su obra y al nombrarme suplente suyo, me hace meditar sin salirme del espacio poético que, además de Ángel, Rafael Alberti, al que conocimos en el Trastévere romano, alabado por Machado, a éste, perseguido hasta el exilio no pude conocer, dejó para siempre desde su juventud aquello de «yo sería su escudero // qué buen caballero era»

Luis, tan buen caballero como Garcilaso, Machado, Alberti y Ángel González, padece los rigores de la aceptación a la que hogaño me prestaría decir a Almudena que, pese a alguno, ¡mereció la pena! n

Tracking Pixel Contents