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Opinión

Eduardo Úrculo en la piel de Oviedo

Un grandísimo artista que dejó huella en la ciudad y al que tuve la suerte de conocer

Si mucho le valoro, también he de señalar que sus dos esculturas ovetenses (El Arensberg de Porlier y el Culo de Pelayo) me parecen unos desastres; no así el mural "El cometa" de Silla del Rey, auténtico logro en su línea de gran artista pintor. Úrculo hace con su mural un juego conceptual entre un artilugio infantil nominado "cometa" y la conmemoración del Halley

Es inexplicable que intelectual de su talla pictórica haya colado en Oviedo los absurdos escultóricos citados. Parece que antes de ocurrírsele Oviedo, el conjunto Arensberg fue rechazado para la estación madrileña de Atocha. En principio, las maletas que acompañan al viajero, supuesto escritor maldito, tenían en Atocha lógica inspiración, mejor que la divertida deducción popular de que, en Porlier, se trataría de víctima sin hogar manifestándose ante la Audiencia El gran pintor Carlos Sierra, este sí coherente, echaba pestes de la remodelación de la plaza y la desaparición de "La fuente seca" de Vaquero Palacios y me permitió, incluso agradecido, utilizar su recuerdo plástico para la portada de uno de mis libros. Creo que ese cuadro que Sierra hizo al efecto está colgado en el prestigioso Museo Provincial de Bellas Artes. Una copia inacabada la dejó en mi casa. La del culo, que no sé cómo se llamó exactamente, es una tomadura de pelo, o mejor un insulto, a esta ciudad y a sus visitantes. El relato de cómo se eligió el lugar del exabrupto, digo del monumental pedo, con el actor gijonés Arturo Fernández por medio redunda en convertir el sucedido, aún más hilarante y provocador Es doblemente absurdo pues en Asturias Eduardo contaba con numerosas amistades, incluso cierto arraigo langreano, y debía de haberse ahorrado la befa. Personalmente fui testigo de cómo parió un cartel con la conocida cabeza bajo boina del Che Guevara y, aparte, otro poster, Coro de Brujas, evocatorio de las de Arthur Miller, pretendida iracunda protesta por la guerra de Vietnam. Estas dos excelentes piezas fueron exhibidas un par de horas en el tablón de anuncios del viejo caserón universitario de San Francisco. Me consta que alguien se las apropió luego tras una tensa disputa entre estudiantes demócratas y otros de extrema derecha. La que sí permanece a la vista de todos y ha sido objeto de muchos tiros de cámara televisivos es el gran mural de Silla del Rey, que ignoro por qué Eduardo no solía reivindicar como propio Es al comienzo de la actual Fuertes Acevedo comienzo de calle que despistó la proverbial ignorancia municipal para situar el natalicio del poeta Ángel González a setecientos metros de donde en verdad nació, según medición del buen concejal Juan Álvarez.

Bien recuerdo que el arquitecto Fernández del Rey, nos invitó a Eduardo y a mí a almorzar en su estudio de Fruela. El motivo era que yo decidiese entre varios bocetos para plasmar en la medianera Silla del Rey/Fuertes Acevedo que quedaba vacía horriblemente con la menor edificabilidad del magnífico edificio que ultimaba José Carlos. La elección naif del Cometa era por un divertido juego conceptual que hacía Eduardo en lo que Kadaré y Cunqueiro llaman "El año del Cometa". Era entonces la segunda visita en el siglo del Halley que, en Asturias, contó con excepcional testigo divulgador, don Luciano García Jove, cuyo paso vio de seminarista en Valdediós y de canónigo.

En definitiva, Úrculo está bien representado en el Bellas Artes y en Silla del Rey; han desaparecido los posters colgados en la Universidad y está despiadadamente presente en Porlier y Pelayo, obras éstas que mucho contradicen su valiosísima trayectoria. Será mucho pedir, dada la cobarde capacidad gestora, que el Ayuntamiento depositase esos horrores en guardamuebles del Parque de Servicios por si alguna Corporación futura de perverso gusto quisiera devolverlos a la piel de Oviedo.

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