La confesión de Siri Hustvedt en Gijón: "Escribir ficción y novelas es soñar con los ojos abiertos"
La autora desnuda su alma creativa ante un absorto teatro Jovellanos y afirma que los artistas "deben sentir que lo que pueden decir importará"

Jimena Aller / Amor Domínguez
Desde su precoz enamoramiento de la literatura hasta sus próximos proyectos, pasando por sus referencias femeninas y un cariñoso recuerdo a su marido Paul Auster, fallecido en abril de este mismo año. De todo se valió ayer la escritora estadounidense Siri Hustvedt, premio "Princesa de Asturias" de las Letras en 2019, para desnudar su alma ante el público que abarrotaba el teatro Jovellanos de Gijón, absorto ante el ejercicio de inmersión en su yo creador y su intimidad que protagonizó, en el marco de una charla titulada igual que uno de sus libros, "Todo cuanto amé".
Era inevitable que durante la conversación surgiera la figura de Paul Auster, ganador a su vez del premio de las Letras en 2006. "Él murió porque estaba satisfecho con la obra de su vida. Había escrito su última novela y no se moría de ganas de escribir otra", afirmó Hustvedt, que enseguida, tras el fallecimiento de Auster, se arrancó a expresar en palabras su duelo y, por otro lado, las vivencias compartidas. Admitió la escritora lo "difícil" que es compatibilizar la escritura con el cuidado de una persona enferma. "Estos meses han sido una adaptación, no perfecta, a cómo son el espacio y el tiempo sin él", reflexionó en público.
La ensayista y novelista echó la vista atrás, a ese verano de 1967 en el que comprendió, durante un viaje familiar a Islandia, que deseaba ser escritora. Un verano en el que "devoraba novela tras novela", como "David Copperfield", de Charles Dickens. "Me acerqué a la ventana, vi Reikiavik en silencio y pensé que me quería dedicar a esto", explicó la autora a los asistentes, muchos de los cuales siguieron las intervenciones de Hustvedt con un dispositivo para la traducción simultánea. La escritora estadounidense subrayó que las reivindicaciones de Virginia Woolf en una "Una habitación propia" "siguen siendo muy pertinentes". Y subrayó que continúa vigente la necesidad de luchar contra lo que ella llamo el "efecto amplificador masculino", si bien manifestó que los escritores, "sean del sexo que sean, tienen que enfrentarse a unos obstáculos".

En imágenes | Siri Hustvedt en el teatro Jovellanos de Gijón / Fernando Rodríguez
La novelista, ya con el público en la palma de su mano, abordó el arte desde el prisma emocional. "El artista debe tener la sensación de que lo que dice puede importar, ese grado de grandiosidad", dijo la autora, para aludir de seguido a la conexión entre la ficción y los sueños. Fue categórica. "Escribir ficción y novelas es como soñar con los ojos abiertos. Cuando estoy escribiendo bien, el libro se escribe solo y sabe más que yo", afirmó Hustvedt, que recalcó que "los momentos de emociones fuertes permanecen en la memoria". Unas palabras que la condujeron a su difunta madre y al vínculo que había entre ambas. "La quería muchísimo, teníamos una relación de amistad", indicó.
La periodista del grupo Prensa Ibérica Inés Martín Rodrigo, con quien Hustvedt compartió escenario, presentó a la estadounidense como una autora "intelectual" y "comprometida con este convulso tiempo", como una escritora "capaz de demostrar que el encuentro entre humanidades y ciencias es posible y fructífero". "Debemos perseverar en la alegría y seguir escuchando a Siri", reivindicó Martín Rodrigo.
Hustvedt también habló sobre sus referentes femeninos, como la filósofa Margaret Cavendish o la poeta Emily Dickinson. "Son faros de posibilidad", dijo de ellas. Confesó haber leído en varias ocasiones "Cumbres borrascosas", de Emily Brontë, y mostró su particular afecto por dos obras suyas: "Los ojos vendados", con la que debutó, y "Todo cuanto amé".
Las inminentes elecciones de EE UU se colaron en la conversación. Hustvedt criticó el carácter "histérico" de Donald Trump, en contraposición a la "racionalidad" de Kamala Harris. Y proclamó, por otro lado, que en la época actual "los vulnerables, si se sienten acosados, alzan más la voz". Abogó la autora por una apertura de miras: "Conociendo otras maneras de pensar será más fácil resolver nuestros problemas". Y no ocultó que "las verdades van tornando la piel, pero las preguntas son más importantes" en la sociedad.
Siri Hustvedt reconoció la existencia de "ficciones corrosivas", que pueden alterar la percepción de la realidad, pero aseguró que "la vida es ambigüedad", conlleva una "humildad intelectual". "No podemos tener todas las respuestas", apuntó la estadounidense, inmersa en sus próximos retos: el inacabado "El sobre encantado" y un trabajo sobre la placenta, que bromeó con titular "Los fantasmas umbilicales". Pero lo que ayer fue del todo real es la unión entre Hustvedt y Gijón, embelesado con una autora cuya letra es indeleble.
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