El gran juego de los corrillos, la contracrónica de Tino Pertierra de la concentración de VIPS en el Reconquista
Suena "Mediterráneo" en el hall del Reconquista, Gabilondo reina en el mundo selfi y sobre la alfombra se extiende una mayoría de VIPS del mundo financiero, político y universitario
Horas antes de que Joan Manuel Serrat emocionara a propios y extraños cantando en el escenario del Campoamor su música también labró un especial protagonismo en el corazón del hotel Reconquista durante una mañana que no suele ser propicia para destellos inesperados. Y las hermanas Silvia y Gema Fernández (Silvidos y Gemidos) lo hicieron posible poniendo voz y guitarra al "Mediterráneo" que baña la memoria colectiva desde hace décadas.
El decorado (si las alfombras hablaran...) es zona de confort para las listas de espera mientras en las alturas se suceden las audiencias y demás maratones de estrechones de manos. Si los sofás hablarán... Visto desde las galerías, el escaparate de abajo se convierte en un microcosmos invadido por los trajes señorones, los vestidos de mayor o menor acierto y las cámaras y los micros y los ordenadores portátiles. El mundo gira alrededor de las finanzas, la Universidad y la política. Nombres de relumbrón en activo o ya en fase pasiva protagonizan encuentros y reencuentros. Antiguos premiados, VIPS de variado menú, ministerios del tiempo pasado. Rectores. Ex rectores. Eh, ¡ahí está la bufanda roja del padre Ángel! Que sería de esos prolegómenos corteses y de pigmentos cortesanos sin esa bufanda madrugadora.
Poco a poco se van formando los primeros corrillos. Pierdan cualquier esperanza de acercar oreja y estar pendientes de lo que se diga en busca de exclusivas sabrosas. El tema del día es el caso de Iñigo Errejón. Bueno, debería serlo pero aquí es tema tabú. Mejor no menearlo. Más se habla del debate entre los oricios o pantrucu, lo que tanto gusta a la Princesa. Debate cogido con palillos, claro, pero que obliga a posicionarse en algunos casos. Afinidades selectivas: banqueros que charlan con banqueros, empresarios que se encuentran a gusto con empresarios, profesionales del mundo de la comunicación en buena onda con sus colegas. Es hora de echarse piropos:
–Estás muy guapa y estilosa.
–Me encantan tus zapatos.
Selfis, selfis, selfis.
–¿Nos haces una foto?
Fotógrafos reclutados para la causa del recuerdo se mezclan en un plató por el que culebrean cámaras y micrófonos. ¡Cuidado! Grabar caminando de espaldas provoca alguna situación de cierto riesgo. Las butacas y sofás acogen entrevistas de aquí te pillo y aquí te grabo. Ante la entrada, un pelotón de objetivos apunta al exterior del hotel a la espera de que vayan llegando nombres conocidos con declaraciones que merezcan relieve informativo. La mezcla de medios es transversal. Los más frívolos ponen en aprietos a la Reina emérita por soltarle preguntas impertinentes. Y ella acelera el paso más de lo habitual.
–¡Ahí viene alguien!
A ver, a ver. Nada de nada. Falsa alarma. Otra vez será.
–Qué bonito está todo, ¿verdad?
El elogio va acompañado de un piropo al trabajo de Teresa Sanjurjo como directora de la Fundación Princesa de Asturias. A sus órdenes, un batallón de profesionales que va de un lado a otro con ojo avizor.
Hay quien aprieta el paso para dirigirse a la intendencia gastronómica pero los más veteranos del lugar invocan la paciencia.
–Es pronto todavía. La gente se acelera mucho pero la invitación es para las dos. Así que calma.
–Pero es que hay mucha gente entrando ya. ¿Vamos?
Los menos impacientes comparan discretas confidencias.
–Se casó con un austriaco que se fue a vivir a Japón, se separó y ahora no puede sacar a los niños de allí.
(Los lugares son ficticios).
–Mi hija acabó Derecho con notazas y lleva tres años sin trabajo.
–Los triglicécidos los tengo por las nubes, chico.
–¿Es su nueva novia o su hija?
(Glubs)
Hay quien no separa el móvil de la oreja, no se sabe si para fardar de decisiones que no admiten demoras o porque el postureo sale gratis. Ex cargos importantes disfrutan de un pequeño retorno a la gloria pasada y en los casos más sonados hay avalancha de peticiones para compartir plano. Gana por goleada Iñaki Gabilondo, que despierta pasiones y tiene complicado mantener una conversación estable.
–Ay, Iñaki –suspira una admiradora después de conseguir su instantánea compartida.
–Estuve en tu encuentro con Serrat en el Jovellanos –le cuenta otra– Qué bien estuvisteis, parecía que estabais en el salón de casa.
Sí, sí, pero a Serrat y Gabilondo no les hizo gracia los asientos que les prepararon, muy estéticos y tal pero terriblemente incómodos. Suele ser habitual.
–Siempre digo que esos asientos para encuentros así debería diseñarlos Goebbels para que estemos muy incómodos, porque queda muy bonito, sí, pero te hundes, se te ve la barriga...
–Iñaki, ¿te haces una foto conmigo?
–Claro...
Empieza el desfile hacia las viandas. El hall inicia la operación salida. Llega algún convoy de políticos y se altera el pulso de radios y televisiones.
–¿Pondrán oricios o pantrucu? –pregunta con sorna una periodista derrengada en un butacón.
Buena pregunta, oiga.
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