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Las mujeres de Ventanielles tienen "manos de lana"

Irene Trapote está al frente del último taller de creación colectiva organizado por la Fundación Princesa de Asturias con las vecinas del barrio y dedicado a Byung-Chul Han, premio de Comunicación y Humanidades 2025

La artista Irene Trapote reivindica el valor de la lana de oveja xalda en un taller organizado en torno al filósofo Byung-Chul Han: "Era el oro blanco y está en peligro de extinción"

VIDEO: Amor Domínguez/ FOTO: Irma Collín

Elena Fernández-Pello

Elena Fernández-Pello

Oviedo

Si en algo tiene experiencia Irene Trapote (Gijón, 1998) es en traducir el trabajo comunal de las mujeres, con todo lo que conlleva, al lenguaje del arte. Hace un año, en el Centro de Cultura Antiguo Instituto de Gijón, presentó un proyecto expositivo titulado “Haciendo territorio, atando cabos”, sobre el oficio ancestral de las rederas, y hoy, en la antigua fábrica de armas de La Vega, en Oviedo, se ha puesto al frente de uno de los talleres de creación colectiva que organiza la Fundación Princesa de Asturias. El suyo, "Hacer lento, manos de lana", está dedicado al filósofo Byung-Chul Han, autor del ensayo “La sociedad del cansancio” y premio de Comunicación y Humanidades 2025. Para él cuenta con las manos de las vecinas de Ventanielles, convocadas a través de Nuevo Ventanielles.

Allá se presentaron esta tarde, puntuales y bien dispuestas, las quince mujeres reclutadas por Almudena Pando. A su disposición, diez kilos de lana de oveya xalda, que trabajarán hasta convertir en fieltro y luego en un gigantesco mural que, colgando del techo, se expondrá en las naves de La Vega durante la Semana de los Premios. “La obra de Han habla de los tiempos frenéticos del capitalismo y propone volver a los tiempos pausados”, explicó Irene Trapote sobre el planteamiento del taller. En ese sentido conecta con la reivindicación de “los saberes tradicionales” y “una forma de hacer lenta”, justo lo que las mujeres de Ventanielles se disponían a hacer: “Muchas manos y mucho tiempo”.

La tarea que tienen por delante, hoy y mañana, durante cuatro horas cada tarde, consiste, como detalló Trapote, en “soltar la fibra de la lana, mojarla con agua caliente y jabón y frotar y frotar hasta que las fibras se enredan entre sí” y así se obtiene el fieltro. Fieltro de oveya xalda, cuya lana es más basta que la merina, pero autóctona, por hacer territorio y “utilizar materiales que tengan sentido en la obra”. La lana, gris o color cardina, marrón y blanca, la suministra Marina Pérez. A través de “La flor cerval” manufactura y vende prendas tejidas con la lana de las ovejas que pastorea en la montaña quirosana.  

“Lo importante no es el tapiz, es hacerlo y hacerlo de manera colectiva, lo importante es el proceso”, subrayó Irene Trapote, y en ese proceso estaban inmersas esta tarde las mujeres del grupo “Tejeril”, reunidas por Nuevo Ventanielles, y algún que otro fichaje externo. Amparo Rúa, una de las pocas que tiene cierta idea de trabajar la lana sin cardar, por ejemplo, y que ha escrito un libro en el que habla de las tradiciones entre las que creció durante su infancia en una aldea allandesa, se titula “… Y las paredes hablaron”, o Loreto Valdés, que fue de las primeras en unirse a “Tejeril” y que contaba que empezaron en unos locales municipales y que ahora el grupo se reúne en otro lugar, en la colonia Ceano.

Con este taller dedicado al ganador de esta edición de los premios en la categoría de Comunicación y Humanidades acaban los talleres “Premios en obras”, que tuvieron como anteriores protagonistas a Graciela Iturbide, Douglas Massey y el Museo Nacional de Antropología de México y que contaron con los artistas Verónica G. Ardura, Alfonso Martín, Toño Velasco y Pablo de Lillo en colaboración con el Colectivo Berde y la asociación Accem, además de un grupo de niños.

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