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Un taller de respiración profunda en armonía con Byung-Chul Han: "Deberíamos estar practicándolo todos a diario"

La Fundación Princesa reúne a más de dos centenares de personas en la fábrica de armas de La Vega en la experiencia "Aire Compartido"

Participantes en la sesión "Aire compartido", este sábado en La Vega.

Participantes en la sesión "Aire compartido", este sábado en La Vega. / Fernando Rodríguez / LNE

Chus Neira

Chus Neira

La nave-taller de fábrica de armas de La Vega se ha convertido en “La sociedad del descanso”. En oposición a la “del cansancio” sobre la que reflexionó el Premio “Princesa” de Comunicación y Humanidades Byung-Chul Han, las actividades que la Fundación ha propuesto allí completan un programa contemplativo para la introspección, el descanso, el sosiego, la paz, el bienestar. “Aire compartido” fue la primera de estas actividades y este sábado congregó allí a las diez y media de la mañana a algo más de dos centenares de personas preparadas para respirar profundamente bajo la guía de Verónica Castro.

Oviedo. Premios Fundación Princesa. La FPAbrica .Aire compartido. Respiración profunda. La sociedad del descanso

Detalle de la sesión "Aire compartido". / Fernando Rodríguez

La hora, la luz, un conjunto de sillas dispuestas alrededor de parterres de hortensias y helechos alrededor de un piano Yamaha de cola en medio de una gran nave industrial abandonada componían un entorno propicio. Auriculares inalámbricos para cada participante iban permitiendo entrar en materia. Fondo musical relajante y la voz de Castro, todavía ausente, invitando a ir recorriendo el espacio, liberarse de prisas, buscar un espacio cómodo… La guía acabó apareciendo en medio de la escena y dirigiendo la sesión en directo. Series de respiraciones rápidas, por la nariz y por la boca, exploración del cuerpo, comunión con el espacio exterior, el universo. Y en la parte final, un leve murmullo emitido por cada uno de los participantes que multiplicado por el número de participantes y disparado a los techos de la fábrica se convirtió en un liberador “drone”.

El personal que se había apuntado salió de la nave contento y en paz. “Una buena forma de empezar la mañana del sábado”, concluía Rosa Fernández, que había acudido con su sobrina Cristina Rodríguez. Acostumbrada a las sesiones de yoga, el trabajo con Verónica Castro no hizo más que confirmarle en los beneficios de estas técnicas de meditación. “Deberíamos estar aprendiendo todos y practicándolo a diario, es un gran beneficio para el cuerpo y para la mente”.

Hubo quien se estrenaba ayer y salía dispuesta a continuar, como Matie González. Había acudido con sus amigas Covadonga Martínez y Veronica Menéndez, más acostumbradas a este tipo de sesiones, y encontró en la forma de conectar con uno mismo y con el entorno una práctica que merece la pena continuar.

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