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Mary-Claire King, premio "Princesa" de Investigación: "Angelina Jolie fue valiente al quitarse las mamas y los ovarios; miles de mujeres están vivas gracias a ella"

"La política de Trump es devastadora; para mis investigaciones tengo fondos del Gobierno federal, pero quizás haya desaparecido cuando llegue a casa"

Pablo Álvarez

Pablo Álvarez

Oviedo

"Hablo español, más o menos, como el papa León XIV habla el italiano. Con acento muy de Chicago… Los dos somos de Chicago. Aunque el papa habla español perfectamente…”. Así comienza su entrevista con LA NUEVA ESPAÑA la genetista Mary-Claire King (Chicago, 1946), premio “Princesa de Asturias” de Investigación Científica y Técnica 2025. A lo largo de su trayectoria ha cosechado tres logros científicos muy relevantes: la identificación de los genes del cáncer de mama, la demostración de que los humanos y los chimpancés son genéticamente idénticos en un 99 por ciento; y la aplicación de la secuenciación del ADN para identificar víctimas de violaciones a los derechos humanos, especialmente personas desaparecidas, y con singular presencia en Argentina. Su biografía revela un continuado compromiso social y político con la izquierda de su país y de otros territorios. En la actualidad, forma parte de la Asociación Estadounidense del Cáncer, en la Universidad de Washington (Seattle), y afiliada del Fred Hutchinson Cancer Center, de la misma ciudad.

¿Cuál es su sensación de las horas que lleva en Asturias?

De alguna manera, tengo la sensación de que estoy en casa. Me siento en casa. Tenéis niebla, un paisaje verde, está fresco… Es un poco parecido a mi zona, a la zona noroccidental del Pacífico. Además, estáis lejos de la capital. Y, en este momento, en Estados Unidos, está muy bien estar lejos de la capital. Quizás vosotros no tengáis esa sensación tan clara como la tenemos nosotros. La historia que tenéis en este lugar, en Asturias, es muy especial. La conexión con la zona occidental del norte de Europa, con Irlanda, Escocia, es muy curiosa también. Y el papel que ha desempeñado esta región en la historia moderna del país es también importantísimo. Creo que ésa es la razón por la que Asturias acoge este premio y esta ceremonia. Porque éste es un lugar en el que tenéis mucho orgullo. Con la gente de Asturias vale más no meterse, ¿no? Eso seguramente lo hayan aprendido muy bien algunos. Los asturianos tienen derecho a celebrar esa historia, a estar orgullosos de ella y a decir, bueno, somos quienes somos. No hemos sucumbido al fascismo del pasado y no vamos a sucumbir al fascismo del presente. Y vamos a celebrar la historia de este país que ha sido un éxito. Yo era joven durante Franco y es un milagro lo que habéis hecho en España. Pero los españoles no son americanos, tienen ahora la libertad de ser españoles. Me he alargado en la repuesta. Estoy encantada de estar aquí, es maravilloso.

Siendo usted adolescente, una amiga suya murió de cáncer. ¿Cómo influyó ese hecho en su decisión de ser científica?

La gente me lo pregunta y la verdad es que no estoy segura. Lo que sí que puedo decir es que fue tremendo. Ella falleció y no teníamos ni idea. A mí nadie me había dicho que tenía cáncer. Ni siquiera lo sabía ella. Y nos parecía tan injusto que nunca se lo hubieran dicho. Nunca pudimos hablar de ello. De haberlo hecho, hubiéramos podido ayudarnos más. Éramos amigas, estábamos siempre juntas, pero nunca hablamos del cáncer, aunque ella tenía muchos dolores. Nuestros padres consideraban que nos estaban protegiendo. Pero no se protege a los niños por no decirles la verdad. No creo que ese hecho me haya llevado a ser científica, no creo que haya una conexión entre su fallecimiento y mi propia formación. Pero pienso, sin duda, que a los niños hay que decirles la verdad y hay que tener información para comunicarles la verdad.

En sus inicios de la investigación, había pocas mujeres en este ámbito. ¿Tuvo usted que superar más obstáculos por ser mujer?

No tuve modelos directos. No había unos papeles claros de científicas, pero sí tuve unos profesores excelentes. Mi carrera comenzó cuando los movimientos de la mujer. No sé si entonces había más desafíos, pero sí que sé que para todas las mujeres, en la ciencia y en las profesiones en general, en aquel momento y ahora, el principal problema es el cuidado de los niños, y que esos cuidados sean adecuados. Para todas las mujeres, ya sea en la ciencia, en el periodismo, en las empresas o en la política, las edades del desarrollo profesional son, más o menos, de los 25 hasta los 35 años. Ése el momento en el que una mujer está criando a sus hijos. de. Y eso no ha cambiado y no va a cambiar nunca.

Su carrera investigadora tiene varias facetas destacadas. ¿De cuál está más orgullosa?

Es imposible escoger. Es como escoger entre tus hijos cuando tienes varios. Son diferentes, pero para ti todos son muy queridos. Lo que comparten todos mis proyectos es el concepto de que la genética es una manera muy importante de pensar, es una herramienta muy potente. Y en el momento actual tenemos las herramientas del genoma. Con todas estas armas se pueden hacer muchísimas cosas. Hay nuevas herramientas prácticamente todas las semanas. ¿Cómo va uno a jubilarse cuando tiene juguetes nuevos todas las semanas?

Usted, con 79 años, continúa en activo…

¡Nunca me voy a jubilar!

¿Cómo se produjo el paso de las investigaciones evolutivas a las centradas en cáncer?

Hubo una razón muy práctica y hay una historia que lo explica. Cuando terminé el doctorado, que era sobre evolución, estaba ya casada y mi marido y yo fuimos a Santiago de Chile. Era durante la Unidad Popular, en los años 70, 72, 73. Estábamos enseñando allí biología de la evolución y se produjo el golpe de estado. Nos quedamos un poquito y luego ya volvimos a Berkeley. Mi marido tenía un trabajo en la Universidad de California, pero yo necesitaba un trabajo. En ese momento, en Estados Unidos gobernaba Nixon y acababa de lanzar la campaña contra el cáncer. Así que había mucho trabajo. Y yo pensé que quizás la genética era una manera poderosa de pensar. Comencé a trabajar con un médico. No tenía una formación científica, digamos, pero era muy generoso y estaba dando uno de sus puestos a una investigadora joven. Y decía: “Puedes hacer lo que quieras, piénsalo simplemente, tú decides”. Y funcionó muy bien.

Hace 12 y 10 años, la actriz Angelina Jolie tomó una decisión drástica que tuvo más repercusión que cualquier avance científico: extirpar sus mamas y ovarios para evitar riesgos de cáncer. ¿Son decisiones acertadas para el momento actual o existen otras herramientas preventivas más aconsejables?

Angelina Jolie fue muy valiente, porque su trabajo, su identidad, tienen mucha relación con que es preciosa, muy bella. Reveló información sobre su cuerpo que ponía en peligro su trabajo, y lo hizo a pesar del riesgo que le suponía. Ahora sigue ahí, sana, guapa. Miles y miles de mujeres están vivas gracias a ella. Yo no la he conocido, pero es un mito erótico. Y la vía que eligió, la de la cirugía, en mi opinión es la mejor. La cirugía puede hacerse muy bien cuando la mujer está sana. No hay más que ver a Angelina Jolie, que sigue haciendo su vida, sigue estando maravillosa y sigue floreciendo. Estas intervenciones de ahora no son como hace 50 o 70 años. Son muy modernas, muy precisas y muy eficaces.

Usted ha colaborado intensamente con las Abuelas de la Plaza de Mayo, de Argentina. ¿Cómo resumiría su experiencia?

La idea del proyecto fue de las abuelas. Ellas sabían que necesitaban la genética para poder demostrar que ese niño había sido secuestrado. Lo plantearon en diferentes lugares y, al final, llegaron a mí a través de unos amigos míos que estaban trabajando sobre otro tema. Las estadísticas son muy claras. El índice de abuelidad era un concepto claro también. Yo tenía la edad de las hijas y mi hija tenía la edad de los nietos. Mis amigos se dieron cuenta de que las abuelas iban a confiar en mí, iban a entender por qué estaba ahí, y eso fue totalmente cierto. La primera vez que fui, en 1984, pensé que era un viaje simbólico de solidaridad. Hoy, 41 años después, sigo trabajando con ellas.

¿Cómo están incidiendo las políticas de Donald Trump en el desarrollo de la ciencia y la investigación en Estados Unidos?

Es tremendo, devastador. Nos afecta a todos. Es la destrucción directa de todos los que trabajan en las ciencias sociales, y supone incertidumbre para todos los demás. El dinero desaparece, conseguimos que vuelva, de nuevo desaparece, volvemos a conseguir que nos lo devuelvan. Hay fundaciones que han entrado para ayudar, que han permitido que sigamos trabajando a otro nivel. Estas fundaciones son, en realidad, los héroes y las heroínas de este periodo. Sin ellas, mi laboratorio estaría cerrado. En este momento tengo los fondos del Gobierno federal, pero quizás haya desaparecido cuando llegue a casa. Es el caos total. Yo creo que, en España, hasta el momento estáis un poco a salvo de todo esto. El nivel de sentido común aquí es mucho más elevado y yo espero, por la Unión Europea, pero también por las políticas nacionales, que sigáis estando al margen de todo esto. Tenéis que resistir…

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