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Douglas Massey en el Archivo de Indianos: la visita del nieto de un minero emigrante que ganó un premio "Princesa"

El sociólogo estadounidense que recibirá el galardón de Ciencias Sociales visita la "casa de la emigración" asturiana, donde relata su historia personal de emigración y ve reflejada la historia de sus abuelos finlandeses en el museo de Colombres sobre la gran epopeya migratoria asturiana a América

VÍDEO: Así fue el encuentro con el público de Douglas Massey en el Museo Fundación Archivo de Indianos

Jota Caral

Eduardo Lagar

Eduardo Lagar

El sociólogo estadounidense Douglas Massey compareció en la mañana de este miércoles en el Archivo de Indianos, en Colombres, como un hijo más de la emigración. El premio “Princesa” de Asturias de Ciencias Sociales, uno de los expertos de referencia en movimientos migratorios, se presentó como el nieto de dos finlandeses que cruzaron el mismo charco que, más o menos por la misma época, saltaron también más de 300.000 asturianos en busca de una vida con futuro y sin hambre en América.

Acudió Massey a "la casa de la emigración" de Colombres –así la llama su director, Santiago Romero- para charlar con otro destacado experto su mismo campo, el catedrático emérito de Sociología en la Complutense Joaquín Arango, de abuela luarquesa y padre de Cangas del Narcea. Lo recibió a las puertas de la Quinta Guadalupe Francisco Rodríguez, presidente de la Fundación Archivo de Indianos, junto al director del Archivo. Pero, antes de exponer su visión sobre una especie, el ser humano, que es toda entera migrante desde su origen –“Todos los hombres venimos de África”- Massey explicó por qué su objeto de estudio académico era algo muy personal para él.Para ello contó su historia familiar.

Sus abuelos maternos viajaron, cada uno por su cuenta, desde Finlandia a Montana (Estados Unidos). Trabajaron en una mina de cobre. Él fue minero y ella trabajaba en la cantina de la explotación. Allí se conocieron. Allí, el abuelo quemó sus pulmones en un accidente en la explotación. Posteriormente, se mudaron a trabajar a otra mina en Cordova (Alaska). Allí nacería su madre, que posteriormente se casaría con un estadounidense de origen británico. Ella, que se crió hablando finlandés en casa, recibiría el rechazo de la familia de su futuro marido, dado su origen y estatus social. “Mi abuela pensaba que mi madre era poco para mi padre. Así que le confiscó el anillo y lo metió en la caja fuerte de un banco para que no se pudiera casar”. El comentario divirtió a los asistentes que le escuchaban en la biblioteca de la Quinta Guadalupe.

Con todo este relato familiar, Massey sólo quería revelar que lo que acababa de ver en la exposición del Archivo de Indianos –el relato de la gran epopeya asturiana a ultramar- era también su propia historia. “Por eso siempre he estado del lado de los emigrantes. No depende de dónde vienen ni dónde van, siempre los desafíos son los mismos. Para mí las migraciones no son algo abstracto, son algo personal”.

A su lado estaba Joaquín Arango, catedrático emer quien también se sumó a la confesión de sus orígenes familiares, reseñando la procedencia de sus abuelos paternos y, a continuación, hilando una reflexión sobre el título del acto, “Migraciones ejemplares”. Indicó que había preguntado por el motivo de esta denominación, un juego de palabras que aprovechaba la coincidencia de que hace justo diez años que Colombres recibió el premio al “Pueblo Ejemplar “ de la Fundación Princesa. Arango añadió que el título era absolutamente pertinente porque, en alusión a la emigración asturiana de los siglos XIX y XX a América, este proceso había sido “absolutamente ejemplar”. “En la historia de la emigración del mundo contemporáneo pocos procesos han sido tan admirables y tan valiosos como la emigración asturiana a lugares como México, Cuba o Tampa. Sus resultados fueron inmejorables, aunque hubo fracasos. Pero en su conjunto la emigración asturiana fue una historia de éxito, por sus resultados y por los valores que proyectó”. La comparación de aquel movimiento “con las migraciones de nuestro tiempo no puede ser más desigual”, añadió.

La pregunta del director del Archivo, que moderó la charla, sobre si hoy en día podría reproducirse el proceso de asimilación que se produjo cuando los asturianos se asentaron en América por centenares de miles permitió a Massey analizar la situación actual. Especialmente en su país. El sociólogo premiado es un feroz crítico de la cacería de emigrantes que ha iniciado Donald Trump en Estados Unidos y no pierde ocasión de denunciar las consecuencias que tendrá.

Massey explicó que aproximadamente un 50 por ciento de la población mexicana asentada en Estados Unidos se encuentra en situación de ilegalidad y lleva una media de 15 a 20 años instalada en el país. Ya han criado a sus hijos en Estados Unidos, una nueva hornada de estadounidenses. Con ello quiso decir que con la “tragedia” de las deportaciones masivas “estamos dañando a toda una próxima generación de ciudadanos americanos”.El galardonado con el “Princesa” de Ciencias Sociales aseguró que “al atacar a los inmigrantes ilegales están así atacando también a los nativos y cuando la ley se viola, es que todos somos violables”.

Massey, como ya repitiera estos días en todos los foros en los que participó, subrayó que “la ola de xenofobia” que recorre el mundo es solo un indicador de algo más grande: una reacción radical contra la globalización. También añadió que Trump está repitiendo el camino de destrucción de un país que en su momento emprendió Chávez en Venezuela y, en ese sentido, elogió el papel de España a la hora de acoger a una parte importante de la población venezolana que está huyendo “de una sociedad fracasada, con una economía en colapso”. Arango, por su parte, consideró que la relacion social y las políticas sobre inmigración en España "son mucho mejores que en el resto de los países, dentro de lo que cabe". Solo puso una objección: una deficiente inserción de las personas que vienen de fuera en el mercado de trabajo y las estructuras económicas.

Arango, como Massey, expresó su preocupación de que los "vientos huracanados" que soplan en Estados Unidos en forma de "guerra contra los emigrantes" lleguen también a Europa con la misma virulencia. "Estados Unidos ahora mismo no es precisamente una referencia", apostilló Massey.

En este sentido, el sociólogo galardonado con el "Princesa" de Ciencias Sociales subrayó que “tenemos que cambiar de mentalidad y aprovecharnos de un recursos que está llegando. A nuestra orilla llega un capital humano que quiere trabajar. Las sociedades occidentales están envejecidas y necesitan mano de obra. Tenemos que acogerlo. No podemos echar al agua nuestras propias posibilidades de crecimiento”. Contó el caso de una alumna suya, emigrante en EE UU, a donde llegó como madre soltera y sin papeles, que acabó siendo profesora universitaria en Texas. "Eso es lo que pasa cuando hay senderoes abiertos a los emigrantes y pueden avanzar".

El encuentro se cerró con una reflexión de Santiago Romero, director del Archivo de Indianos, quien apuntó que para evitar el choque cultural "los emigrantes tienen que adaptarse a nosotros, pero tiene que ser bidireccional. También nosotros tenemos que adaptarnos a ellos".

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