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Eduardo Mendoza se adentra en su propio cuento, dibujado en la Fábrica de Armas de La Vega por niños asturianos

El premio "Princesa de Asturias" de las Letras aseguró que lo más importante de los colegios son los profesores: "Los niños van a aprender mucho de los libros, pero sobre todo de las personas"

VÍDEO: Los escolares asturianos convierten el camino al cole en una aventura de la mano de Eduardo Mendoza

Amor Domínguez

Sara Bernardo

Sara Bernardo

"Cuando cumplió los 8 años, los padres de Inés la dejaron ir sola al colegio porque estaba muy cerca [...] Entonces se inventó un juego, eligiendo a varias personas y convirtiéndolas en personajes imaginarios". Así comenzó Eduardo Mendoza, premio "Princesa de Asturias" de las Letras, su primer y único libro infantil: "El camino del cole", en el que quiso plasmar el poder de la imaginación de los niños. Niños con los que pudo charlar hoy en un encuentro en la Fábrica de Armas de La Vega, que transformó su Nave Almacén en un gran camino al cole decorado con dibujos a tamaño gigante realizados por 1951 alumnos de 51 centros asturianos.

Un inmenso cartel de "Panadería" pintado con plastidecor marrón, daba la bienvenida a Mendosa. Junto al puesto, el punto de partida del recorrido, una niña uniformada lo esperaba con el cuento en la mano. "¿Me lo firmas, porfa?", fue la primera pregunta de Inés Madureiro, quien le explicó al escritor que el libro fue un regalo de su madre cuando nació. Mendoza agarró, sonriente, el bolígrafo y cuando plasmó en una de las páginas su rúbrica e hizo el amago de devolvérselo, la niña puntualizó: "Tienes que firmarme también esta hoja para mi amiga Candela", arrancando la risa del catalán.

El recorrido, dirigido por el artista asturiano Israel Sastre, continuó con el cartel de "Farmacia", allí, como en el cuento de Mendoza, los niños habían dibujado jarabes en forma de pócimas y a una farmacéutica con varita mágica. Candela Sánchez miró al escritor con una amplia sonrisa sin el palote derecho. "Hola", le dijo Mendoza. Ella le señaló un busto gigante con su dibujo: una mezcla entre un unicornio y un humano. "Es mi vecino del segundo", aclaró la niña. "Es lo que primero veo antes de ir al cole y me lo imaginé como si fuese una 'cabra superhéroe un unicornio que salva gatitos", explicó Sánchez, de carrerilla, dejando perplejo al autor y a Sastre que añadió un "fabuloso".

Y, por fin, el colegio. Un telón gigante con tres pupitres reciclados de la Escuela de Artes y Oficios de la Fábrica de La Vega. Mendoza se sentó en el del medio. A su derecha, Sastre, y a la izquierda la profesora María Alonso Fernández, de la Escuela Infantil de Grado, que le explicó como es el camino al cole en las zonas rurales: "Uno de los niños no se encuentra a nadie en el camino así que también dibujamos árboles, flores o casas que ven en la ruta".

Durante el encuentro, Mendoza habló sobre su único libro infantil, escrito “para recuperar la mirada libre y curiosa de la infancia”. El autor recordó cómo era la escuela en su tiempo: “Antiguamente había mucha disciplina, era todo más severo. Ahora es más agradable, más humano. Y eso se nota en la forma en que los niños aprenden y se expresan”.

También ofreció algunos consejos para leer más: “Lo más importante son los profesores. Los niños van a aprender mucho de los libros, pero sobre todo de las personas que les enseñan a leerlos. Un buen maestro puede despertar el amor por la lectura más que cualquier libro”.

Tras ello, el escritor fue firmando, pacientemente, los cuadernillos que recogían los dibujos del medio centenar de colegios. Antonia Jiménez, una de las alumnas, le entregó el pliego de su centro. "¿Cuál es tu dibujo?", se interesó Mendoza. Ella miró al suelo. Un error de impresión había hecho que no estuviese recogido entre las ilustraciones. "No pasa nada, porque llevas un vestido muy bonito", le dijo, sonriente, el autor.

Para terminar, los 136 profesores y alumnos posaron junto al premio "Princesa de Asturias" de las Letras, poniendo el broche final a la visita.

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