La otra crónica del día sobre los premios "Princesa": Cero horas con Mario (Draghi)
Estampa de un encuentro que no fue con el hombre que detuvo con solo tres palabras al mayor monstruo económico del siglo XXI

Mario Dragh / Muel de Dios

No daba ninguna risa, pero parecía una de Buster Keaton, aquel actor apodado "cara de palo". Sí, era como una de esas pelis donde el mundo centrifuga y Buster sobrevive en medio, impertérrito. En la Gran Recesión, Mario Draghi fue nuestro Buster Keaton en el ojo del huracán financiero, con su bendita cara de palo diciendo que haría todo lo que fuera necesario para sostener el euro. Y que lo creyéramos, que iba a ser suficiente. Al frente del Banco Central Europeo (BCE), el 26 de julio de 2012, cuando la moneda única y el proyecto europeo entero estaban saltando por los aires, Draghi pronunció sus 23 palabras mágicas en inglés –algunos las reducen a solo tres: "Whatever it takes" ("Lo que sea necesario")– y algo balsámico impregnó los mercados que no nos fuimos directos a la mierda sin pasar por la casilla de salida.
Qué tiempos aquellos en los que Draghi controlaba el grifo del dinero. Cuando trabajaba de fontanero en el Titanic para evitar el hundimiento económico de Europa tras la rotura del casco del sistema financiero internacional. Fue, recuerden, después de comernos un iceberg negro hecho con derivados financieros cocinados con millones de hipotecas que todo el mundo había pedido pero ya nadie pagaba. Qué tiempos de miedo, Mario, cuando tres palabras tuyas bastaban para sanarnos.
Por eso, Mario, aquí todos te estábamos esperando para darte un abrazo, hombre, porque para nosotros, con aquellas gafinas, tú eras como si Harry Potter hubiera crecido pero siguiera lanzando al aire un hechizo que calmara a la prima de riesgo, aquella pariente nuestra tan peligrosa. Qué guapo hubiera sido, Mario, poder preguntarte cómo recuerdas ahora todos aquellos años funestos. Y hacer contigo como hizo Javier Cercas en la novela del Papa, que anduvo rondando meses a Bergoglio solo para que le dijera si hay vida después de la muerte. Pero en tu caso, Mario, preguntarte cómo lo llevabas cuando llegabas a casa, al final del día, si realmente creías entonces en la vida después del óbito económico mundial.
Pero no pudo ser. Llegaste (sin gafas, por cierto) y pediste reunirte a puerta cerrada con los alumnos y profesores de la Facultad de Económicas de Oviedo, sin cámaras de fotorreportero ni orejas de periodista que pudieran contarlo a todos. Quedó raro para unos premios que son muy publicitados y "muy simpáticos", como dijo el otro día Eduardo Mendoza al compararlos con los Nobel. Que ya solo deben hacerle gracia a Trump.
También extrañó la puerta cerrada porque pocos secretos se pueden mantener si se sueltan en una cita con cientos de personas. Salvo que hayan tenido que firmar todos un acuerdo de confidencialidad, claro. Pero también se comprende, Mario, no pasa nada, porque cuando uno logra detener con solo tres palabras al mayor monstruo económico que ha alumbrado el hombre del siglo XXI, uno tiene que medir mucho lo que dice. Le pasa también a Harry Potter, que habla en sueños y las cosas se ponen a explotar creyendo que son conjuros.
Y así fue como pasamos cero horas con Mario.
(Por fortuna, para rellenar este espacio que iba a ser una devota crónica mariana dedicada a cantar las alabanzas del expresidente del BCE, hubo más premiados nuevos interactuando con la población y los medios. Llegó Serena Williams, premio de los Deportes, y anduvo paseando a las dos nenas por el centro de Oviedo, con parada en la Casa de las Carcasas y comprando juguetes. Además, nada más aterrizar, en el mismo aeropuerto de Asturias, cumplió el sueño de la joven tenista gozoniega Lucía García Cortés. Le firmó una pelota de tenis, se hizo una foto con ella y la hizo feliz. El resto de galardonados siguió sometiéndose al ritual de los selfis con los admiradores que brotan a cada paso. Eduardo Mendoza, premio de las Letras, confiesa que ya se ha hecho fotos con todo Oviedo. No como el filósofo Byung-Chul Han, que le tiene más miedo al móvil que a un nublao. Rechaza amablemente posar. Eso sí, cuando un piano se cruza en su camino, allá se va a tocar. Ayer tarde estuvo otro rato dando a la tecla en el patio del Reconquista).
Suscríbete para seguir leyendo
- Estos son los vehículos que se verán afectados por la Zona de Bajas Emisiones de Oviedo: todo sobre las excepciones que permitirán circular a partir del 1 de enero por el centro
- Drama en Oviedo: herido muy grave un hombre de 35 años tras recibir el impacto de una rama
- Asturias estrena su árbol de Navidad más alto y no estará en el centro de la localidad: el gran símbolo de bienvenida navideña a la entrada de la ciudad
- Detenida una mujer por tocar los pechos a una camarera en un conocido local de copas de Oviedo
- El multimillonario proyecto para impulsar el deporte en Oviedo que empezará a tomar forma 'en semanas
- La historia del gaitero «más real de Asturias», que fue «un poco apache» en el Oviedo setentero
- Acelerón al proyecto que llenará de vida un edificio singular de Oviedo: el Ayuntamiento lanza su licitación más esperada
- Detenido un hombre de 30 años por agredir sexualmente a una mujer en la cima del Naranco, en Oviedo