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Serena quiere dejar en herencia la “perseverancia” para ganar y la “humildad en la victoria”: “Hay que seguir los sueños y no dejar nunca de soñar”

La premiada de los Deportes motiva a dos millares de personas en Oviedo con un repaso a su carrera y un mensaje sobre la empresa con la que invierte en proyectos de mujeres y minorías: “Me encanta invertir en iniciativas con grandes retornos, pero sobre todo en los que marcan la diferencia en el mercado y ayudan a la gente o al medio ambiente”.

Serena quiere dejar en herencia la “perseverancia” para ganar y la “humildad en la victoria”: “Hay que seguir los sueños y no dejar nunca de soñar”

VÍDEO: Amor Domínguez/ FOTO: Miki López

Eran mujeres, negras y humildes. En las pistas públicas de Compton, un barrio modesto del área metropolitana de Los Ángeles, Serena Williams y su hermana Venus no tenían las mejores cartas, pero pusieron tanto empeño en darles la vuelta que a Serena, la tenista de los 23 títulos individuales de Grand Slam y las cuatro medallas de oro olímpicas, la primera mujer de raza negra que gana el premio “Princesa de Asturias” de los Deportes, la presentaron este jueves en Oviedo como “la mujer que ha cambiado para siempre la historia del deporte…” El retrato es de la regatista Theresa Zabell, doble campeona olímpica de vela y conductora junto al extenista Feliciano López del baño de masas que la galardonada se dio en el Palacio de Congresos de Oviedo ante casi dos millares de personas. Para deleite de los jóvenes aspirantes a estrellas del tenis que la escuchaban, la galardonada bailó, rio, dio consejos y dejó en Asturias un mensaje inspirador sobre todo lo que puede hacer el tesón y la perseverancia por cambiar los destinos de la gente.

Algunas preguntas las contestó la extenista, otras la madre y algunas más la empresaria que está detrás de “Serena Ventures”, una compañía de capital riesgo que invierte en empresas en fase inicial poniendo especial empeño en las fundadas por mujeres y minorías… “Me encanta invertir, pero sobre todo la tecnología”, confesó sobre su motivación. “Me di cuenta de que menos del dos por ciento del dinero que se invierte en el mundo, y estamos hablando de trillones de dólares, está pensado para mujeres y personas de color, así que quise cambiar el tipo de personas que hacen las inversiones, porque siempre son los mismos y dan el dinero a la misma clase de gente, a sus amigos”. Sabe que “no puedo cambiar las cosas”, pero sí colaborar a “equilibrar la situación” y “concienciar a la gente”. “Me encanta invertir en empresas con grandes retornos, pero sobre todo en las que marcan la diferencia en el mercado y ayudan a la gente o al medio ambiente”.

No se llega hasta donde ha llegado ella sin ambición, ni al parecer se pierde la ambición cuando se deja de jugar. “Me gustaría que mi legado no fuera tanto lo que he hecho en la pista”, confesó, “como lo que he hecho fuera. Jugué muy bien al tenis, pero quiero que mi segunda carrera profesional sea mayor en términos de impacto”. Llenaban la sala muchos tenistas en ciernes de 21 clubes asturianos y la campeona, que cambió el vestido ceñido de su comparecencia matinal por un traje de chaqueta marrón con pantalones cortos y francesitas, respondió “perseverancia” a la pregunta por el legado que querría transmitir a sus dos hijas –la mayor, Alexis Olympia, de ocho años, la acompaña en Oviedo– y añadió a “la capacidad de superar los retos y los momentos bajos” la de “mantenerse humildes cuando se gana”.

Por eso cuando Sabela, del Club de Tenis de Oviedo, le pidió un consejo para una niña que quiera ser tenista profesional no dudó en responder “seguir tus sueños y no dejar nunca de soñar. Quizá te canses, pero te darás cuenta de que habrá valido la pena. Ser tenista profesional, ser atleta, es muy divertido. Es lo mejor”, pero la receta es “no desistir. Hay días más oscuros, pero hay que seguir porque siempre hay luz al final del túnel”.

 Como por la mañana junto a la banda de gaitas El Gumial, la campeona bailó al llegar al escenario con las jóvenes bailarinas de la Escuela de Danza Lia que la recibieron y no escapó de ninguna de las cuestiones de los presentadores y los seis niños que tomaron la palabra. En el escenario, pintadas en blanco sobre el suelo azul se veían las líneas de una pista de tenis y encima su nombre escrito con pelotas. La energía que Williams desbordaba en la pista no se adivina bien tras la sonrisa permanente que se le abre al hablar. Incluso cuando el acto empieza por los recuerdos de su carrera y le obliga a confesar que “odiaba” jugar y tener que ganar a su hermana, ganadora a su vez de siete títulos individuales del Grand Slam. Serena venció a Venus en cinco de sus seis primeras finales de torneos grandes -cinco veces en poco más de un año-, pero “no quería jugar contra ella. Ganar a alguien que es tan importante para ti es terrible, pero las dos sabíamos que el deporte no era para siempre y nos habíamos entrenado para eso. Aun así, nunca nos dimos cuenta de lo difícil que iba a ser eso…”

Noemí, del IES Isla de la Deva de Piedras Blancas, le preguntó a una ganadora por la derrota. La peor, la que escogió Serena en una muestra de carácter competitivo fue una primera ronda de Roland Garros (en 2012) que la volvió “más loca que nunca”, dijo, y que le enseñó que “odio perder”, pero le ayudó “a ser mejor jugadora”. Se enfadó, se rebeló. “Me fui a casa y lo arreglé. Gané cuatro Grand Slam de corrido y aprendí una lección muy importante”.

Por la mañana había escogido ya el instante más dulce de una larga carrera llena de ellas, la victoria que consiguió en el Abierto de Australia de 2017 cuando estaba embarazada de su primera hija.  “Ser madre fue el mejor momento de mi vida”, añadió, y serlo mientras competía al más alto nivel le costó “porque quería compartir todos los momentos con mi hija”. Tuvo que hacer “muchos sacrificios” y todavía no sabe cómo ganó un partido en Roland Garros casi sin dormir después de una noche en la que Olympia se puso enferma y estuvo con ella en el médico hasta las seis de la mañana.

“Nuestras hijas son las mejores medallas” y no duda al responder que “sería lo mejor del mundo” que quisieran seguir sus pasos hacia el tenis. Este deporte “es la mejor carrera para una mujer en la competición”, señaló. “Tienes la suerte de viajar por todo el mundo” y, sí, “es mucho trabajo, pero al final uno no se arrepiente”. Es cierto que “había días en los que me preguntaba ‘¿qué estoy haciendo aquí?’”, que “la gente tiene la impresión de que todo es maravilloso y no es así. Hay días duros y buenos y hay que vivirlos todos”.

¿Y el tenis del futuro?, le preguntó Feliciano. Cambiará mucho, respondió ella, sin saber muy bien hacia dónde. Se lo imagina “mucho más técnico y con mayor participación de la tecnología. A lo mejor la inteligencia artificial podrá detectar las debilidades antes y tal vez los partidos sean más rápidos y quizá se incremente la potencia… Tengo ganas de verlo”.

Sólo quedaba remarcar lo que le encanta España y su comida y las paellas, o lo mucho que le gustó la cena de su primer día en Asturias… “Gracias por acogerme aquí”, terminó. “Hace mucho que no tengo un trofeo”.

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