La eficiencia energética es el presente. Y el futuro, pero en España parece que esta cuestión no está calando. Joaquín Antonio Suárez Colunga, presidente del Colegio de Arquitectos Técnicos y Aparejadores del Principado, lo tiene claro. “Eficiencia energética es sinónimo de mayor confort en nuestros hogares, ahorro de energía, menos contaminación atmosférica y, tal vez lo más importante, creación de puestos de trabajo y generación de riqueza. Creo que son elementos lo suficientemente importantes y trascendentes como para que el tema fuera tomado más en serio”, afirma. “Hay imperiosa necesidad de que quienes vayan a ostentar (esperemos que no a excesivo largo plazo) la potestad y las facultades para tomar las decisiones pertinentes adopten, de una vez por todas, las medidas necesarias al respecto. Aunque, dado el retraso que llevamos, está claro que no arribaremos a la meta al mismo tiempo que la mayoría de los restantes países”, comenta.

-La eficiencia energética es una prioridad en la actualidad, ¿a qué ritmo se están adaptando los edificios?

-Es una prioridad para la Unión Europea, que ha establecido unos objetivos muy ambiciosos al respecto y con unas pautas muy definidas. Desafortunadamente, en nuestro país no se están cumpliendo, lo que está acarreando numerosas sanciones económicas, además de suponer un freno considerable a la recuperación de la industria de la edificación.

-¿Hay mucha demanda de profesionales expertos?

-De momento no, porque la actividad es escasa. Pero la habrá, sin duda alguna. Por una parte, porque la rehabilitación de edificios de viviendas, tanto en lo que concierne a la accesibilidad como a la eficiencia energética, será el eje central de la actividad en la construcción en los próximos años, especialmente en España, pues somos el país con mayor índice de viviendas por habitantes, con mayor número de viviendas deshabitadas (más de tres millones y medio) y con un parque inmobiliario de más de 23 millones de viviendas que precisan ser rehabilitadas. Y por otra, porque, a juicio de los analistas, cada vez será más necesaria la especialización y el trabajo en equipo, así como un proceso de transformación permanente para adaptarse a los tiempos y a las nuevas situaciones que se nos irán planteando, dada la rapidez con la que evolucionan materiales y tecnología. De hecho, son varias las escuelas que ya están considerando incluir esta materia como asignatura para el próximo curso.

-¿Cómo se está formando a los expertos desde el Colegio asturiano que usted preside?

-Con cursillos y conferencias sobre todas aquellas materias que consideramos de actualidad o que puedan resultar de interés y aporten una formación complementaria y/o de perfeccionamiento en todas aquellas materias o cuestiones que guardan relación con nuestra profesión. Algunos se imparten directamente en la propia sede colegial y otros, en colaboración con otros colegios, mediante plataformas audiovisuales.

-¿Asturias tiene buena salud urbanística?

-Depende de lo que entendamos por “buena salud”. Si se trata del estado de conservación y adecentamiento de nuestros pueblos y ciudades, dentro del panorama nacional no creo desmerezcamos de las demás comunidades, aunque todo es mejorable. Si, por el contrario, nos referimos a la producción urbanística, ahora mismo estamos bajo mínimos. Por hacer un símil, se podría decir que estamos en la UVI y sin apenas constancias vitales. La parálisis en el sector de nueva vivienda es casi total. Y lo peor es que, por diversas causas, no se aprecian signos de reactivación a corto plazo. Aunque me gustaría equivocarme.

-¿Qué medidas deberían tomarse para que no se repitan capítulos como el de la calle Uría de hace varias semanas?

-Para situaciones de riesgo similares a las de la calle Uría, las medidas a adoptar son claras: aumentar el cuerpo de bomberos y dotarles de los medios y la tecnología adecuados, así como la instalación en la red viaria de los hidrantes precisos y con la presión necesaria para la altura de los edificios en cada zona. Sin embargo, contemplar y abordar la problemática de una gran ciudad, en las innumerables situaciones de riesgo que puedan producirse, es absolutamente inviable. Desgraciadamente, siniestros, sea por negligencias o por causas naturales, seguirán produciéndose ocasionalmente.

-¿Las administraciones se vuelcan con estas cuestiones?

-Las administraciones tienen la estructura y organización que cada gobierno considera más adecuada a su concepto de sociedad, con unos determinados fines, muchas veces condicionados por sus ideas políticas. En consecuencia, teniendo en cuenta los recursos de que dispongan, dan prioridad a aquellos apartados que sus votantes y simpatizantes les demandan con más urgencia. Sólo cuando ocurren incidencias como la acontecida en la calle Uría, con resultados de esa gravedad, se aperciben de que hay aspectos en sus organigramas que han descuidado, o que no están lo suficientemente bien cubiertos, y entonces es cuando se apuran a paliarlos, a veces tomando decisiones precipitadas y no siempre en la mejor dirección.

-¿Qué expectativas de futuro tiene la profesión?

-A pesar de que la crisis general que ha devastado el país, tanto económica como laboralmente, se ha cebado especialmente en el sector de la edificación y no termina de remitir, se aprecian signos positivos, fundamentalmente porque la gente está comenzando a perder el miedo, a saber convivir con la situación, y se está incrementando paulatinamente la tramitación de documentación para todo tipo de actuaciones, tanto en viviendas como en locales comerciales. En este sentido, cabe ser optimistas.

-¿Se están incentivando de alguna manera los estudios universitarios de aparejadores y arquitectos técnicos?

-Contra lo que pueda parecer a primera vista, entiendo que no es tanto una crisis de la profesión, sino más bien una reducción de matriculaciones en algunas escuelas. Hay que tener en cuenta que, al socaire del boom inmobiliario, en breves años se pasó de haber tan sólo 6 a un total de 36 que existen en la actualidad, sumando públicas y privadas. Ese momento de auge pasó y ahora el sector necesita reciclarse, por propia naturaleza. No obstante, es este un tema que preocupa tanto a los colegios como al propio Consejo General de la Arquitectura Técnica, y que se está abordando con el máximo interés. No tanto porque no tengamos profesionales suficientes para atender la actual demanda del mercado, pues aunque dicha demanda va en aumento, estamos sobradamente cubiertos en este momento. El problema podría producirse a medio/largo plazo, debido al notable aumento de colegiados en momentos muy puntuales, los años de esplendor y la necesidad de que exista un comedido relevo generacional. Por tal motivo se están estudiando fórmulas para atraer de nuevo el interés de los universitarios hacia nuestra profesión. Y seguro lo conseguiremos, pues por algo se trata de una de las profesiones más bonitas y gratificantes que existen en nuestra amplísima “carta” de titulaciones universitarias.

-¿Cuáles son los objetivos marcados para este año?

-Mejorar cada año la atención y los servicios que el Colegio presta a sus colegiados y, por extensión, a los clientes y usuarios del mismo. Durante este ejercicio en nuestra sede central de Oviedo abordaremos la ampliación de las instalaciones, añadiéndoles un local en planta baja, recientemente adquirido, que además de facilitar los servicios a los que aludía nos permitirá eliminar barreras arquitectónicas y mejorar notablemente la accesibilidad.