Patricia García tiene 27 años, es de León y es una chica de récord. Tras acabar los estudios de Odontología en Oviedo y darse cuenta de que no se veía ejerciendo esa profesión, "se lió la manta a la cabeza" y decidió matricularse en Magisterio en la rama de Educación Infantil. La mejor decisión que, asegura, pudo haber tomado. "Durante la primera carrera no fue del todo bien y, aunque la terminé, tuve muchos altibajos que creo que eran una señal de que eso no era lo mío", revela. Año tras año, temario tras temario, García Redondo se daba cuenta de que había hecho muy bien en optar por el cambio. Especialmente cuando llegó el momento de hacer las prácticas. "Todas las asignaturas me gustaron mucho, aunque cuando realmente disfruté fue en la etapa que trabajé en La Andolina de Gijón, un colegio gestionado por una cooperativa de padres que ofrece un tipo de educación distinta, conocida como el método finlandés", revela la joven, quien después decidió completar su formación en dos colegios públicos "porque es más fácil que me encuentre un centro de estas características en mi vida laboral", añade la maestra, quien cada día tiene más claro que ha encontrado su verdadera vocación. "Los niños pequeños para mí son lo mejor, aprenden muy rápido, se entusiasman por todo y son súper agradecidos: cada profesor se siente más cómodo en una etapa de la formación, y la mía es, sin ninguna duda, la etapa de Infantil", concluye.