Hablar de Abelardo Fernández es algo más que calificar la propia figura de un entrenador que se sienta cada fin de semana en el banquillo y que estudia minuciosamente la estrategia o sistema a seguir en cada encuentro para que su equipo se encamine en la mayor medida posible hacia las victorias. El "Pitu" significa algo más, mucho más que eso. El técnico gijonés es el alma máter de un equipo joven a los que ha llevado con vida hasta la última jornada del campeonato, lo cual ya debe considerarse una hazaña dados los medios con los que contaba. Uno puede estar más o menos de acuerdo en algunos planteamientos, decisiones, cambios o declaraciones que ha realizado durante toda la temporada pero, este Sporting seguramente no hubiese llegado con vida a los últimos noventa minutos del campeonato sin la bravura y los conocimientos expuestos por el técnico gijonés.

El exjugador internacional traspasa las fronteras que marca habitualmente la línea de cal dibujada en el área técnica, convirtiéndose en el mejor guía para que los "guajes" hayan capturado la experiencia necesaria en una categoría nueva para muchos de ellos. De esta forma, los jugadores han progresado, dando los primeros pasos correctos para asentar las bases de un proyecto que destila un claro sabor a Mareo.

Abelardo se ha convertido en la viva voz del Sporting en los buenos y, sobre todo, en los malos momentos. El técnico ha tenido que dar un puñetazo encima de la mesa en algunas ocasiones puntuales que lo requerían, como hizo para defender a sus jugadores de las injustas actuaciones arbitrales sufridas. Les ha protegido de cualquier exceso de presión externo -aunque bien es cierto que el apoyo de los aficionados rojiblancos ha sido en todo momento ejemplar, incondicional y sin pedir ningún tipo de responsabilidad a la plantilla-, les ha mimado e incluso se ha permitido darles algún tirón de orejas para apretar los machos en momentos determinados. Se ha convertido en el padre de los "guajes".

Abelardo, ídolo rojiblanco en el pasado por su enorme recorrido como futbolista internacional, repite escena ahora como entrenador, recogiendo el legado dejado por Manolo Preciado, que también conectó a las mil maravillas con los aficionados. El "Pitu" se ha convertido en la imagen, en la voz, en el sentimiento y en el orgullo de unos aficionados que ven en su figura un punto y seguido para construir con ilusión un proyecto de futuro esperanzador. Pase lo que pase en el último encuentro de Liga, y sea en la categoría que sea, Abelardo se ha ganado con tesón y sangre rojiblanca el ser el encargado de capitanear a un equipo y a un club por el que siente devoción.

El técnico gijonés también ha cometido algunos errores que ha sabido rectificar, pero de lo que no cabe duda es que se ha ganado un hueco en la historia del Sporting al convertirse en uno de los puntales del último ascenso. Quién sabe si el de Pumarín podrá extender su legado con la esperada permanencia por la que tanto han luchado durante toda la temporada. Al César, lo que es del César; y, al "Pitu" lo que es del "Pitu". O sea, lo máximo.