La sierra del Sueve es un macizo calcáreo que surge junto al mar, lo cual le confiere una gran singularidad, dando lugar a grandes contrastes. En el sector más oriental, aparecen las pizarras, calizas y areniscas creando suaves valles formados por el paso de los ríos y que contrastan con el paisaje abrupto de la parte más oriental, en la que dominan las cuarcitas. En la zona central, la caliza de montaña se transforma en las espectaculares dolinas o formas kársticas, que constituyen el rasgo morfológico de mayor interés de la cordillera del Sueve. A lo largo de casi toda ella se pueden realizar excursiones de diferente dificultad, pero todas enmarcadas por el enorme encanto de la zona. Y no será difícil toparse en el camino de las zonas altas con algún ejemplar de asturcón.

Lugar privilegiado y de gran belleza, la flora no va a la zaga de la fauna y, además de asturcones, se observan en los alrededores importantes manchas forestales autóctonas, con bosques ribereños de sauces, álamos y alisos, y, en las zonas más altas, bosques de robles, castaños, avellanos, arces, fresnos y hayas. Incluso un pequeño bosque de tejos, el árbol que daba sombra a los antiguos druidas. La floresta destaca por su frondosidad, y eso que las laderas de la sierra han sufrido un acusado proceso de deforestación ligado al uso ganadero de la zona. A sólo 4 km de la costa de Colunga, se levanta sobre el nivel del mar por encima de los 1.100 metros, en concreto su cota máxima llega hasta los 1.159 metros, el Picu Pienzu, la más alta y también más cercana al mar de todo el litoral asturiano. Llegar a esta cima, asequible para cualquier excursionista, es alcanzar una de las mejores panorámicas de todo el Cantábrico. De frente, el mar, una gran franja de litoral que prácticamente abarca toda la zona oriental de la región. Es lo más parecido a una vista aérea. Detrás se descubren imponentes los Picos de Europa.

En la misma sierra, espacio protegido de 81 km cuadrados de extensión, el visitante puede llegar a tropezarse con una manada de gamos pastando en las inmediaciones. Y es que, si hay suerte, el Sueve se convierte en un inesperado observatorio de fauna salvaje. También andan por aquí los famosos asturcones, una de las razas de caballos más antiguas y puras del mundo, de la que se tienen referencias históricas que se remontan 2.000 años atrás. Es una raza única, con un vigor desproporcionado a su tamaño (una alzada de 1,25 metros de media), fuerte constitución y pelaje oscuro. Tienen orígenes celtas e, igual que en sus primeros estadios de desarrollo, viven salvajes por esta sierra. Antiguamente eran muy apreciados por los guerreros, ya que garantizaban una agilidad sorprendente. Su fama llegó a toda Europa y fueron exportados a otras tierras altas, incluidos los Alpes. Las aves rapaces también se dejan ver en el aire, completando un espectacular escenario de vida salvaje. La cabaña ganadera, vacas, cabras, ovejas, caballos y potros, comparten el espacio de las laderas del Sueve.

Mirador del Fitu

Es una atalaya que maravillará por sus espectaculares vistas de la cordillera Cantábrica. Desde allí mismo se divisan de un golpe de vista los concejos de Colunga, Caravia, Villaviciosa, Ribadesella y Llanes.