Tras haber cursado con éxito dos ciclos formativos de Grado Superior, uno en Educación Infantil y otro en Integración Social, la castrillonense Tamara Álvarez dedició dar un paso más y matricularse en el Grado en Maestro en Educación Primaria –con mención en Pedagogía Terapéutica.– en la Facultad “Padre Ossó”. Le fur igual de bien, o incluso más, pues a sus 27 años, recogio ayer el galardón que otorga Fundación Banco Sabadell al mejor de su promoción, una noticia que recibió “con una mezcla de sentimientos de ilusión, alegría y euforia”, confiesa. Su expediente rozó la perfección: 9,511, y la clave, cuenta, ha estado en la constancia, el esfuerzo y la perseverancia “y, además, el hecho de haber estudiado algo que me apasiona me facilitó mucho las cosas”.

Tamara Álvarez siempre tuvo claro que se dedicaría a algo con lo que pudiera ayudar a los demás, especialmente a aquellos con más dificultades. “Quería estudiar algo relacionado con la atención a personas con diversidad funcional o con algún tipo de dificultad y concretamente me di cuenta de que mi vocación real estaba en la enseñanza y en la especialidad de Pedagogía Terapéutica tras haber trabajado durante un tiempo dando refuerzo escolar a un niño con Trastorno de Espectro Autista”, cuenta.

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Premios Santa Catalina y Santo Tomás 2021 de la Universidad de Oviedo

En la actualidad asegura estar “centrada al 100% en preparar las oposiciones de Pedagogía Terapéutica, ya que en un futuro no muy lejano me gustaría poder dedicarme a mi pasión” Una vez finalicen las oposiciones, seguirá formándose. “Me gustaría hacer un máster sobre neuroeducación”, comenta antes de desvelar su objetivo final: ser maestra de Pedagogía Terapéutica en un colegio “y poder ofrecer una educación individualizada y de calidad. Para ello, me gustaría estar al día de los avances en la educación y poder ofrecer el mejor trato posible a mi alumnado ya que, como dice una famosa frase que me gusta mucho, ‘quien se atreve a enseñar, nunca debe dejar de aprender’”.

Leer, pasear por la playa y disfrutar de tiempo rodeada de las personas que quiere sosn sus grandes pasiones y, a la hora de hacer balance de sus años en la facultad, priman especialmente los aspectos positivos. “Todo me ha gustado mucho pero, lo que más, ha sido lo cómoda que me he sentido y los fantásticos profesores que he tenido, a los que desde aquí me gustaría agradecerles su profesionalidad, sus ganas de enseñar y su trato cercano, siempre tendiéndonos una mano en aquellos momentos de mayor agobio ya que, sin su ayuda, no habría llegado hasta aquí”. Y va mas allá. “Disfruté muchísimo de las asignaturas de mi especialidad, de las prácticas y del trabajo directo con el alumnado en el aula, lo cual me hizo crecer muchísimo tanto a nivel personal como profesional y darme cuenta de lo afortunados que somos los docentes ya no por enseñar, sino por poder aprender cada día de nuestros alumnos/as”.