Irene Mozo Melón, Premio Fin de Grado en Filosofía, eligió la carrera en un primer momento porque le interesaba la política. Durante los últimos años de la ESO se asoció a un sindicato estudiantil y pronto comenzó a involucrarse desde dentro en la organización. "Hacíamos charlas y debates y buscábamos información. La experiencia en la asociación estudiantil me hizo buscar maneras más sofisticadas de debate. Alguien me dijo que me gustaría la filosofía y entré en la carrera sabiendo solamente que allí se argumentaban las cuestiones y se dialogaba sin prejuicios. Conocimientos de filosofía tenía pocos porque no había cursado la asignatura. Me habían dicho que en Filosofía se reflexionaba sobre la realidad con rigor y eso me cautivó", afirma.

En primero de carrera aprendió cosas que se me hacían inconexas o de las que sospechaba que solo tenía un acceso superficial. Poco a poco fueron encajando las piezas y ves que la filosofía tiene raíces muy profundas. "Al poco de empezar la carrera dejé de interesarme por los temas políticos y empecé a indagar sobre cuestiones más fundamentales. Lo que más me gusta de la Filosofía es su interdisciplinaridad y su capacidad dialéctica", explica. Lo que más me atrae de este saber es que es capaz de interrogar a todas las ciencias, desde la lingüística hasta las matemáticas o la biología, "y eso me parece algo necesario en la empresa del conocimiento". "La Filosofía, ha resultado ser mucho más fascinante de lo que imaginaba Hacer filosofía es algo mucho más estricto, extenuante y radical. Sin embargo, si nos referimos a la carrera, tiene sus cosas buenas y sus cosas malas, como todo", añade. "Hay quien enfoca los contenidos de acuerdo a tus expectativas y hay quien no. En términos generales creo que la Universidad de Oviedo tiene grandes potenciales en según qué áreas y además se está renovando sin quedarse atrás", remarca.