Laura Jamart Álvarez siempre quiso estudiar algo que requiriera trabajar con niños y después de estudiar Magisterio está más segura de su decisión.

"Para empezar, me gustaría añadir que se tiene una concepción errónea de la carrera de magisterio al pensar que es sencilla. Los maestros son uno de los pilares fundamentales de la sociedad, sin ellos el resto de las carreras no tendrían futuro, ya que para llegar a ellas se necesitan maestros en la escuela para enseñar a los niños que serán futuros médicos, ingenieros, economistas o trabajadores sociales", destaca. A su modo de ver, la carrera es muy cercana, permite que exista una gran interacción entre los compañeros y los profesores favoreciendo las relaciones. "Como en otras carreras, hasta que no haces las prácticas y no estas en contacto con los alumnos del colegio no te das cuenta realmente si esta será tu vocación o no", añade. Su parte favorita es la realización de prácticas, donde se ve realmente la empatía, cariño e inocencia de los niños. Siempre con inquietudes y preguntas para aprender y conocer cosas nuevas. Cuenta que recibió la noticia de la concesión del premio a través del correo electrónico. "Sentí una gran alegría al ver que el esfuerzo y tiempo que había dedicado había merecido la pena", matiza.

Ahora realiza la especialidad en Pedagogía Terapéutica para abarcar todo el campo de las necesidades educativas en el alumnado", explica. A Laura Jamart le interesa el campo de las necesidades educativas. Opina que todos los niños se merecen una educación de calidad e inclusiva. También se forma como experta en psicomotricidad (parecido a un máster) y hace cursos para ampliar conocimientos sobre nuevos recursos, metodologías y necesidades educativas. "Busco estar formada lo mejor posible para poder adaptarme a todos los alumnos según sus capacidades, habilidades y dificultades y poder ayudarles al máximo", recalca. Le gusta el senderismo, la natación y la lectura.