La faba asturiana es la protagonista del plato magistral de la gastronomía regional y, sin duda alguna, uno de los productos más representativos, característicos e internacionales del Principado. Una legumbre llena de nutrientes con un alto contenido de proteínas y múltiples beneficios para la salud, y cuyo cultivo en Asturias forma parte de la agricultura más tradicional desde hace varios siglos. Ya hace unos doscientos años, en el estudio del siglo XIX "La Sociedad Económica de Gijón", se mostraba la importancia del cultivo de la faba asturiana y el maíz en las zonas rurales como uno de los principales recursos de la región. Actualmente, la labranza se sigue realizando de forma artesanal, siendo en la mayoría de los casos la siembra, la recolección y la selección del grano manual, con el objetivo de optimizar la calidad del grano. No sólo trabajan el campo productores de edad avanzada, cada vez hay una mayor profesionalización con la llegada de gente joven que puede vivir perfectamente de la faba asturiana. Antaño este cultivo se consideraba el complemento de las explotaciones ganaderas y agrícolas del Principado, sin llegar a tener la relevancia que tiene en la actualidad.

Todo el mundo habla de faba de la granja, sólo por ver alubias blancas en cualquier lineal, pero no sabe que lo que puede estar comprando es alubia boliviana, ya que en los graneles es imposible comprobar su trazabilidad y siempre nos pueden dar gato por liebre. Por ello, el consumidor ha de poder elegir a la hora de comprar qué producto quiere adquirir, una auténtica faba asturiana o una alubia boliviana. El consumidor debe saber varias cosas si quiere tener entre sus manos un producto garantizado y con Indicación Geográfica Protegida, para identificar la verdadera faba asturiana acogida a la IGP frente a la de importación o la cultivada en la región pero que no está sometida a ningún tipo de control y certificación. Lo primero es saber que la faba asturiana no se comercializa en sacos a granel, puesto que su trazabilidad sería incontrolable, y el consumidor no podría diferenciar la auténtica de la del resto de las judías de Bolivia, México o Argentina, que en ocasiones se ofertan al consumidor como si fuesen de la región.

Hay que tener en cuenta que sólo la contraetiqueta garantiza que la faba es del Principado. La faba asturiana se comercializa siempre envasada y los envases autorizados para la venta al público son como máximo de un kilogramo, en diferentes formatos -vacío, saquetas, cocinadas-, y en formatos de hasta 10 kilogramos, exclusivamente para hostelería. La numeración de la contraetiqueta es el DNI de la faba asturiana, garantizando su origen y trazabilidad.

Los ciento cuarenta y cuatro productores asturianos esperan cosechar más de 200 toneladas de Faba Asturiana IGP este año, por lo que se estaría hablando de una cosecha con cifras de auténtico récord. La auténtica Faba Asturiana IGP se cultiva en treinta y uno de los setenta y ocho concejos asturianos, siendo Valdés, con cuarenta productores, el que aglutina mayor actividad.

Si se quiere ¬cocinar con fabes de verdad, las mantecosas, finas y que se deshacen en la boca, se ha de buscar la contraetiqueta IGP Faba Asturiana, así no se asumirán riesgos y así nadie se equivocará.