Como sabéis, además de ginecóloga soy sexóloga y, como tal, hay lecturas que para mí son de uso obligatorio. Y no me refiero a lectura erótica precisamente, sino a Guías de práctica clínica que a los profesionales nos ayudan a poder manejar mejor ciertos conflictos. En el último año he estado inmersa en la lectura de un concepto que surgió hace ya unos años y se denominó ChemSex. Tengo el placer de haceros un resumen del mismo y así que podamos juntos reflexionar. En la actualidad existe, nos guste o no, un aumento del consumo de drogas con el objetivo de potenciar el placer sexual, y aunque en realidad no es nada novedoso, supone un problema de salud que requiere medidas adecuadas para su abordaje. De sobra es conocido que el uso de drogas con este fin se inició desde la antigüedad por los chamanes de las tribus; numerosos textos hacen referencia, incluso la propia Biblia, al uso de sustancias que favorecieran la concepción. Lo que ocurre es que de esta visión procreacional pasamos rápidamente al consumo como objeto lúdico, hecho que se refleja en las sociedades de Grecia y Roma. Gracias a una publicación en la revista “Playboy” en 1966 se hizo eco del efecto del LSD como potente afrodisiaco. Con estas reseñas lo que les quiero exponer es que conseguir una experiencia sexual perfecta ha sido siempre uno de los mayores anhelos humanos y eso ha ido haciendo que se geste una forma de consumo de drogas con el único objetivo de mejorar la experiencia sexual, y así es como surge el concepto de ChemSex, que es acuñado en un inicio por el colectivo gay. En realidad el término hace referencia al hecho de consumir sustancias en un contexto de mayor duración de las sesiones y con diferentes parejas a la vez en la mayoría de los casos.

¿Cuál es la alerta que debemos transmitir entonces? Principalmente dos, y es que por una parte es difícil de regular sanitariamente las diferentes sustancias que se consumen ya que en ocasiones no existen legislación para ello; en segundo lugar es que el comportamiento sexual se aprende y que por lo tanto nuestros jóvenes tienen acceso a este tipo de información a través de redes y plataformas sociales y pueden verse involucrados en conductas sexuales de riesgo.

Los usuarios del ChemSex no se consideran usuarios de drogas, no tienen percepción de riesgo, ya que las utilizan en un contexto definido, y eso hace que lo haga aún más peligroso, ya que no se plantean en pedir ayuda profesional. Desgraciadamente estas conductas puede alterar por completo los hábitos y vida de las personas que lo practican. Estamos en una época donde las tecnologías informáticas nos ofrecen webs, plataformas, agencias on line de encuentros..., es decir, organizar una sesión de ChemSex es cuestión de minutos, por lo que los encuentros sexuales con drogas están al alcance de casi todos.

Es obligación de los profesionales estar relacionados con estos fenómenos que acontecen en una sociedad de continuo cambio. Ni que decir tiene el efecto devastador que puede darse en pacientes medicados debido a la interacción entre fármacos y sustancias tóxicas consumidas.

Entiendo que son temas delicados de tratar, que las personas somos dadas a conservar nuestra intimidad, a ser reacias a compartir con profesionales detalles tan intrínsecos a nosotros, pero la angustia que nos abraza cuando tenemos un problema así debe superarse con el fin de poder controlar nuestras vidas.

El éxito está garantizado para la mayoría de las personas que practican ChemSex, pero atentos, porque el tributo a pagar puede ser muy elevado, y estoy refiriéndome a hechos como contraer enfermedades de transmisión sexual con la repercusión sobre el futuro que ello conlleva; hechos muy tristes y sin solución que con información adecuada quizá podamos llegar a evitar entre todos. Animo a profesionales de la salud y a las familias a estar atentos a este tipo de casos, a los que desgraciadamente todos estamos expuestos. Y sin lugar a dudas, si te encuentras en la situación que he explicado, el consejo es claro: alza tu voz, hay profesionales dispuestos a ayudarte.

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