Según el balance de la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género, actualizado a 4 de diciembre, en España han sido asesinadas este 2019 más de medio centenar de mujeres -1.033 desde que empezaron a contabilizarse en 2003-, al menos 43 niños y niñas se han quedado huérfanos y más de 5.000 menores se encuentran en situación de vulnerabilidad a causa de los malos tratos.

Es labor de toda la sociedad frenar esta terrible lacra, pero entre los principales agentes capaces de detectar un posible caso de maltrato infantil se encuentran los pediatras. Por eso, la Comisión de Infancia y Adolescencia del Congreso de los Diputados aprobó en abril de 2018 una Proposición No de Ley promovida por el Grupo Popular y la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap) que defiende el papel de los pediatras de los centros de salud como profesionales clave en la detección de posibles situaciones de maltrato contra menores.

Los niños, víctimas silenciosas

Si bien las mujeres maltratadas son víctimas directas de la violencia machista, también hay otras víctimas a las que en demasiadas ocasiones se les excluye sin motivo o no se les da voz: los menores de edad. Los niños y niñas que conviven en un entorno violento son a su vez testigos y víctimas directas de esta lacra que la sociedad en su conjunto debe ayudar a erradicar. Dentro del marco de la Ley de la Infancia y la Adolescencia, la Ley Orgánica 8/2015 que entró en vigor en 2015 considera a estos menores expuestos a violencia de género como víctimas directas, declarándolos sujetos de la protección que la ley brinda a sus madres.

Como efectos de esta nueva legislación, en el primer trimestre del año siguiente aumentaron en un 280% las suspensiones de la patria potestad por violencia. Sin embargo, "Save the Children" como ONG centrada en las necesidades y problemas de la infancia, a pesar del cambio de la normativa, mantienen que esta nueva ley no puede considerarse una herramienta adecuada para dar respuesta a las formas de violencia que sufre la infancia en España.

Aumentaron las medidas de protección a niños y adolescentes impuestas judicialmente por maltrato a la mujer, se han incrementado las denuncias por violencia machista en un 12% y también ha habido un aumento de las víctimas en comparación con el pasado año, lo que demuestra que se sigue conviviendo con esta lacra. Según datos de 2016, han aumentado en un 112% las medidas para evitar el peligro o el perjuicio al menor y también ha aumentado en un 51% la supresión del régimen de visitas. Sin embargo, el 71% de los niños asesinados por sus padres no habían interpuesto una denuncia previa, ni ellos ni sus familiares.

Asimismo, según datos del Gobierno, más de la mitad de las mujeres que ha padecido maltrato tiene hijos menores de edad, y según la Macroencuesta de Violencia contra la Mujer realizada en 2015, el 63,6% de aquellas que sufren violencia machista asegura que sus hijos e hijas han presenciado alguna situación de maltrato y de ellos, en el 64,2% también lo ha sufrido.

En el conjunto de los agentes sociales capaces de detectar el maltrato a un menor (colegio, policía, entorno familiar...), el pediatra también se convierte en una figura clave a la hora de dar la voz de alarma. La cercanía y confianza entre este y el menor es lo que puede permitir al profesional detectar un posible caso de violencia, ya no sólo a través del reconocimiento físico, sino también del diálogo y la observación de su comportamiento.

La detección es la primera condición que debe darse para que el pediatra pueda intervenir en estos casos y posibilitar la ayuda al niño o niña. Sin embargo, no siempre es fácil y obvio para el profesional médico detectar un caso de maltrato, ya que las señales pueden ser múltiples y no tienen por qué limitarse exclusivamente a golpes, hematomas u otras secuelas derivadas de un maltrato físico.

Según explican los pediatras, el maltrato familiar más habitual son las negligencias traducidas en falta de alimentación, de aseo o dejadez, seguidas de maltrato psicológico tales como insultos, violencia verbal y amenazas hacia el niño o niña. Este maltrato deja huella siempre y las secuelas que pueden sufrir los menores sometidos a ello son muy numerosas. Desde consecuencias físicas, derivadas de traumatismos intencionados (hematomas, fracturas, lesiones en genitales€) hasta consecuencias psicológicas (depresión, ansiedad), síntomas funcionales (cefaleas, trastornos del sueño o pérdida del control de esfínteres), trastornos de la conducta y disminución del rendimiento escolar. Tampoco hay que olvidarse del abuso sexual como otra de las formas de violencia hacia los niños y niñas dentro del ámbito familiar.

Los niños y niñas que sufren emiten señales, avisan, dan la alarma, pero su lenguaje no se adapta a las costumbres de la sociedad en la que todavía nadie les ha informado de sus derechos y sus mecanismos, ni siquiera saben lo que es el 016 el 112 o si pueden confiar en esa mujer, su madre que también llora, pero no hace nada. Piensan que hay que sufrir en silencio igual que lo hace ella, su referente. Mientras, el menor entiende que algo no va bien y emite señales. Un niño o una niña triste es una sirena de emergencia emitiendo luz intermitente de SOS, solo hay que estar atento. El profesor, el entrenador, el cuidador del comedor escolar y cómo no, la enfermera o el pediatra, cualesquiera que sean los profesionales que trabajen a su alrededor, han de estar atentos y ser conocedores de estos signos de alerta para poder actuar adecuadamente en la protección del menor

El niño maltratado, no deseado, no querido o que está en situación de riesgo sufre y somatiza su dolor sin saber muy bien por qué. El niño o la niña no solo tendrá lesiones poco explicables o repetidas, no vale el que sea muy movido y se lesiona, habrá que ver que hay detrás. Pero a veces solo hay desnutrición por pérdida de apetito o por mala alimentación, o solo hay tristeza por el desprecio de su entorno, dolores de tripa o de cabeza que reflejan el estrés que viven...

Pacto de Estado contra la Violencia de Género

Por todo ello, la Comisión de Infancia del Congreso de los Diputados ha querido reconocer el papel de los pediatras de Atención Primaria en la lucha de toda la sociedad contra cualquier forma de maltrato hacia los niños en el ámbito familiar, aprobando el pasado año una Proposición No de Ley la cual, sin duda alguna, es un gran paso para luchar contra este gran problema social, y se suma al Pacto de Estado contra la Violencia de Género aprobado por unanimidad hace un par de años, que recoge 213 medidas para luchar contra la violencia machista y que contempla también medidas de protección para los menores hijos de víctimas de la violencia. Entre las principales medidas de este último están las siguientes:

  • Se ampliará la condición de víctima a las madres cuyos hijos hayan sido asesinados por sus parejas o ex parejas para hacerles daño.
  • Se ampliará la condición de víctima a las mujeres que todavía no hayan interpuesto denuncia penal, para que puedan acceder a los recursos de protección y atención integral.
  • Se suprimen atenuantes en las sentencias por maltrato, como la confesión del crimen o la reparación del daño en delitos de violencia de género.
  • Los hijos menores de víctimas de violencia contarán con apoyo psicólogo y pedagógico.
  • Se crearán protocolos en atención primaria sanitaria y en urgencias para que los médicos contribuyan a detectar a posibles víctimas cuando se produzcan los primeros abusos.
  • Los huérfanos tendrán acceso prioritario a pensiones de orfandad y a becas, y quien tenga su guardia y custodia tendrá prioridad para acceder a viviendas de protección.
  • No habrá custodia compartida para padres maltratadores: se suspenderá el régimen de visitas y estará prohibido que los hijos menores acudan a la cárcel a ver a sus padres.
  • Diseñar un plan de acompañamiento y asesoramiento de la víctima.
  • Incluir a los hijos en las valoraciones de riesgo de las víctimas.
  • Prevenir en todas las etapas educativas la violencia de género: promover actividades para prevenir la violencia sexual, incluir contenidos de igualdad y contra la violencia de género en los temarios, educación emocional y sexual basada en la igualdad.

Desarrollar campañas de prevención y sensibilización.