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Locos por verte picar

Siete jugadores del Oviedo salen impresionados de una visita de tres horas al pozo Sotón, donde conocieron las condiciones de trabajo de los mineros

Locos por verte picar

A Dani Bautista se le hizo largo el partido del Sotón. Le habían hablado de los 45 minutos reglamentarios y se encontró con una sesión de casi tres horas a más de 500 metros de profundidad. Poco después, ya duchado, lo expresó con retranca sevillana. "Ahora no nos quejaremos cuando nos manden hacer abdominales". Si a los futbolistas se les acusa de vivir de espaldas al día a día de la gente, Bautista y otros seis jugadores del Oviedo recibieron el pasado lunes una sobredosis de realidad. Conocieron de primera mano cómo se ganan la vida los mineros. Incluso para los dos asturianos de la expedición azul, Diego Cervero y Nacho López, fue todo un descubrimiento. Tanto que el delantero, acostumbrado a recibir el apoyo incondicional del Tartiere, terminó la visita arrancando el aplauso de sus compañeros hacia el equipo de guías.

Casualidad o no, Cervero ya reclamó el protagonismo desde la lampistería. Recogió la lámpara 310, el número utilizado por Carlos Hugo de Borbón-Parma, histórico dirigente carlista y aspirante al trono de España, durante veinte días de julio de 1962, con identidad falsa, hasta que fue descubierto. Carlos Hugo nunca llegó a reinar, pero su aventura contribuyó a engordar la leyenda del Sotón, que ahora enseña sus entrañas a todo aquel que, previo pago de 48 euros, esté dispuesto a pasar cinco horas dedicado a un turismo diferente.

El equipo de guías del Sotón dobló el lunes 17 para seguir promocionando la iniciativa de la dirección de Hunosa, con su presidenta, María Teresa Mallada, a la cabeza. Pedro Sánchez, Rogelio Megido, Lucas Fernández, José Huergo, Luis Pedro Jurado y Francisco Cabal habían completado el turno habitual de lunes a viernes, de 9 de la mañana a 2 de la tarde. Y prepararon uno más reducido para los jugadores oviedistas, acompañados por el gerente, David Alonso Mata.

Tras un rápido descenso en la jaula hasta la octava planta, a 368 metros, los visitantes tuvieron que afrontar, en frío, la parte más exigente del recorrido: el descenso por "La Jota", una chimenea de ventilación que comunica con la novena y en la que cuesta imaginar a un paisano corpulento trabajando. Son apenas cien metros de descenso, pero con algún tramo con una sección inferior al metro cuadrado y una pendiente media de 43 grados. "Impresiona lo que puede hacer el hombre con la naturaleza", confesó después Peña, el lateral recién llegado del Valladolid.

Después de arrastrarse por "La Jota", siempre con tres puntos de apoyo y sin mirar hacia arriba para evitar problemas, el recorrido es mucho más llevadero. Ya en la novena llegan las explicaciones sobre las modalidades de ventilación, las filtraciones de agua y, en la mitad de la galería, la parada junto a una vagoneta con distintos tipos de carbón. Los guías también se apoyan en varios paneles para explicar las formas de extracción. A los jugadores les llamó la atención las rozadoras y, sobre todo, el frente de galería, en el que se avanza utilizando explosivos. Cervero fue el primero en atreverse con el enorme martillo perforador, de 43 kilos, para practicar en la pared los orificios donde se colocan estratégicamente las cargas de dinamita que permiten extraer el carbón y seguir adelante.

Algunos se quedaron con las ganas de una demostración real y tuvieron que conformarse con la detonación grabada, que sorprendió a los deportistas menos de lo que esperaba Teresa Mallada, que realizó la visita apoyando las informaciones de los guías. Después de dos horas en las entrañas de la tierra, los más comilones mataron el gusanillo con unos cacahuetes, mientras prolongaban la caminata hacia la parte final de la visita, con meta en la décima planta, a 557 metros de la superficie, que llega hasta los 695 gracias a algún plano inclinado. Sólo el rascacielos Burj Khalifa de Dubai (828 metros) supera la profundidad del Sotón, "pero tuvieron que poner una antena", advierten los guías con indisimulado grandonismo astur.

Antes de subirse al "Rápido de Sotón", el tren minero que acerca a los visitantes hasta la jaula de salida, los jugadores tuvieron la oportunidad de picar carbón con un martillo de unos siete kilos de peso. Todos pasaron la prueba, pero Rogelio Megido, conocido por sus compañeros como "el Cristiano Ronaldo de los picadores", destacó la habilidad de Héctor Verdés, uno de los más efusivos en la valoración: "A veces los futbolistas nos quejamos de vicio. Visitas como ésta te hacen ver las cosas de otra manera. Ahí abajo te sientes pequeño".

"Conozco a prejubilados que me cuentan sus historias de la mina. Ahora los entiendo", aporta Nacho López, que sólo había tenido contacto con ese mundo por la grabación de un vídeo en su etapa en el Caudal. Pese a su espíritu inquieto, Cervero tampoco se había estrenado, pero al final sentenció que "debería de ser obligatorio para cualquier asturiano conocer esto. Salgo gratamente soreprendido".

El bilbaíno Gorka Magunazelaia pudo constatar las diferencias entre la teoría y la práctica: "En alguna asignatura de la Universidad estudié la minería, pero impacta mucho lo rudimentario que es todo, como las galerías hechas por la mano del hombre, con poca ayuda de las máquinas. Los mineros son un ejemplo a seguir". Otro guardameta, Rubén Miño, ya pensaba en repetir: "Cuando mi padre vino a Oviedo me dijo que se había enterado por la tele de las visitas a la mina y justo al día siguiente nos lo ofrecieron en el club. Tenía ganas de verlo y me ha encantado. Me han sorprendido las condiciones de trabajo, los túneles. No es ningún museo, sino pura realidad. Impresiona bastante que tantas generaciones se hayan ganado la vida trabajando de esta manera".

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