En la segunda jornada el Oviedo fue a Vitoria con el ritmo propio de Segunda B. Eso, ante equipos agresivos del norte, es ir al tran-tran. A los 15 minutos perdía 2-0. Bienvenido a Segunda. Osasuna tiene muchas cosas en común con el Alavés, así que cuando en los primeros 10 minutos los rojillos sometieron al Oviedo a nadie le cogió por sorpresa. Pero el Oviedo de hoy no es el de la segunda jornada; el equipo ha crecido, se ha hecho adulto y maneja los códigos de los equipos aspirantes, Ayer supo poner el paraguas ante el aluvión local que se limitó al despertar (primeros 15 minutos) y al epílogo (últimos 15) para defender con acierto y sumar un punto de una plaza muy complicada.

Es uno de esos puntos que sabrán mejor a final de Liga si se logra el objetivo soñado. La otra lectura directa es que el Oviedo puede confiar en su fondo de armario. Ayer, con ausencias notables, demostró que el equipo siempre da la cara.

Conclusiones resultadistas al margen, Osasuna fue mejor, solo un poco, y dispuso de más ocasiones, varias a ninguna en el cómputo. Sumar cuando el rival ha sido mejor también es síntoma de los equipos fuertes.

Se esperaba nieve en el choque pero la avalancha nada más llegar al césped llegó a ras de suelo. Osasuna sometió durante los primeros 15 minutos al Oviedo a un asedio en su propio campo. La firmeza en la zaga evitó que alguna de las llegadas de Torres al área acabara en disgusto. Tras la intensa presentación local, el panorama mejoró para los azules.

Koné propuso la primera aproximación a la meta de Osasuna, pero su zurdazo se fue muy arriba. La etapa de -ligero- dominio oviedista sirvió para que el equipo, reconstruido tras las bajas, se empezara a conocer. Cristian, éste es Omgba y a la derecha tienes a Hervías, a éste dásela al espacio. Había que empezar con la rutina. Asentados sobre el césped, a los azules les faltó colmillo arriba. Koné se la veía con los tres centrales locales. Cada vez que intentaba darse la vuelta, se daba de bruces con un nuevo muro rojillo.

La primera parte se consumió entre bostezos sin ocasiones claras. La más llamativa, a los 35 minutos: Torres volvió a colarse en el área, centró rasa al centro y Omgba llegó presto al rescate para despejar a córner. El silbato del árbitro señalando el descanso hizo soñar a los presentes con una segunda parte más lucida.

Pero en el segundo acto el juego táctico se acentuó. La buena noticia para el Oviedo es que empezó a aparecer Cristian Rivera como faro. La mala, que Nino saltó al campo en lugar de Kenan. Osasuna cambió un poste por una dinamo. Y a los pocos minutos, el veterano delantero tiró un desmarque perfecto, controló y chutó ante Esteban, que detuvo firme en el mano a mano. Intervención de la que da puntos. O al menos, un punto.

Con el final del choque a la vista, el Oviedo se fue encogiendo. Suele ocurrir cuando ves cerca el botín. Osasuna, más por insistencia que por buen fútbol, volvió a tener la suya. Otra vez Nino controló el balón en el área pero esta vez cedió a la frontal. Torres chutó con la zurda y el balón rozó el poste antes de irse fuera.

Hasta el final, la batalla se libró en cada balón dividido. Egea movió el banquillo para aportar oxígeno y Omgba (inédito durante meses) se multiplicó en el centro. Resistió el Oviedo y sumó un valioso punto. Con el fútbol en un segundo plano por una tarde, el premio llegó por la vía del trabajo. En una carrera de 42 jornadas, cualquier ayuda es válida para no detenerse.