En una tarde aciaga, la mayor ovación de la noche se la llevo un cambio. Linares sustituyó a Toché en pleno intento de remontada y el Tartiere rugió. El grito era de esperanza por añadir más olfato goleador al césped pero también era un gesto de satisfacción. Más de tres meses después, Miguel Linares, el goleador indomable de la temporada del ascenso, volvía a vestirse de azul.

"No fue la vuelta soñada", contesta Linares de primeras cuando se le menciona su regreso. Siempre exigente, el delantero analiza con precisión lo sucedido en el Tartiere: "No nos salió nada y a ellos todo, sobre todo en la primera parte. El Valladolid marcó las tres que tuvo al principio y nosotros no estábamos mal, pero ellos fueron ganando confianza con los goles y después fue imposible darle la vuelta".

Su regreso se condensó en 14 minutos de lucha y energía en el ataque, aunque sin opciones ante el marco de Kepa. Ese cuarto de hora pone fin a tres meses de complicada recuperación en El Requexón. Siempre al margen del grupo, el delantero ha tenido que lidiar con una dolorosa fascitis plantar, más agobiante que cualquier zaguero de Segunda. "Estoy feliz porque en este tiempo la gente siempre me ha mostrado su cariño", señala el delantero que cita las claves para que el equipo recupere su mejor versión: "Hay que olvidar lo de Valladolid. Que sirva para aprender pero cuanto antes nos lo quitemos de la cabeza, mejor".

Al menos los daños no han sido tan graves como se presuponían, si se atiende a la clasificación. El Oviedo conserva su tercera plaza, ya que ni Córdoba (perdió 1-2 con el Lugo), ni Nàstic (empató en su casa 1-1 contra la Ponfe) aprovecharon el tropiezo azul para desbancarle de la tercera plaza. Tampoco se amplía la distancia con el segundo. El Alavés cayó 3-1 en su visita a Pamplona y sigue estando a tres puntos. Osasuna iguala en puntos (46) con el Oviedo y se coloca cuarto.