Finalizado el choque ante el Alcorcón, y sumada la tercera derrota consecutiva, los futbolistas azules se situaron apesadumbrados en el centro del campo y saludaron con aplausos a la afición azul, más de medio millar, situada en una de los fondos. Los seguidores azules contestaron coreando el nombre de Sergio Egea. Cualquier análisis de la situación actual del Oviedo y de la propuesta exprés de Generelo (en teoría entrenador interino) sobre el terreno de juego están condicionadas por el terremoto causado por la salida del técnico argentino.

El Oviedo de Generelo siguió una idea continuista a la de Egea, algo lógico cuando el nuevo preparador apenas contó con tres sesiones para encontrar la línea que quiere imponer a su equipo. Como primera decisión de calado, el extremeño eligió el 4-4-2 como dibujo. El sistema que mejor le funcionó a Egea en la mayor parte de la campaña y sobre el que cimentó su buena racha de 12 encuentros sin conocer la derrota.

Con Koné y Toché como pareja de delanteros, la primera pincelada de Generelo en el equipo fue la pareja de pivotes. Erice, indiscutible para Egea, se quedó en el banquillo, y la apuesta fue dirigida a Vila, encargado de la contención, y Míchel, el elegido para construir el juego. Pero la batalla del medio del campo fue para los alfareros.

El Oviedo fue convincente durante los primeros 15 minutos. Intenso y con el dominio de la pelota, los azules llevaron el encuentro hacia el campo del Alcorcón. Pero el equipo de Muñiz, experto en madurar los partidos en Santo Domingo, fue creciendo sobre el césped. Los rechaces empezaron a caer del lado local. Las segundas jugadas empezaron a condenar al Oviedo.

Entre los defectos más marcados de este Oviedo en reconstrucción fue su endeblez a balón parado. No era el escenario ideal para ponerse a prueba, ante un Alcorcón que en Santo Domingo se hace fuerte en las acciones de estrategia, ejecutadas con la misma intensidad que todas sus acciones. Pero los azules sufrieron constantemente en saques de esquina y faltas laterales. Al margen del gol de penalti, las dos mejores opciones locales llegaron en dos rechaces en un córner, malogradas por Chema y por David Rodríguez, una en cada parte.

A pesar de todo, los de Generelo supieron aguantar, al menos en cuanto al resultado, hasta la recta final. Con Miño erigido en héroe y el entrenador buscando un cambio de rumbo en el partido, llegó la jugada desgraciada del penalti. Y ahí se acabó el partido.

El equipo, al igual que el resto de estamentos del club, parece buscar ahora su propio rumbo. La salida de Egea y sus efectos ha sido tan exagerados que el equipo parece aturdido, en busca del nuevo rumbo. La incertidumbre en cuanto a la identidad del nuevo técnico tampoco ayuda a estabilizar la situación. En cuanto se sepa quién dirigirá al Oviedo hasta el final de campaña, el Oviedo empezará a construir su nuevo camino. Con el objetivo del ascenso aún al alcance de la mano (4 puntos) urge que el equipo vuelva a encontrar su rumbo. Solo así lograría encauzar la situación y volver a enganchar a una afición tan pasional.