Diego Cervero regó de lágrimas el césped del Carranza hace un año. Allí expulsaba todas las decepciones de una década en las sombras. Repitió llanto el capitán al día siguiente, en los festejos. Y volvió a llorar hace unos meses, recordando la gesta para un documental elaborado por el club. Cervero nunca pone barrera a sus sentimientos; es una bendición para cualquier psicoanalista. Han pasado 12 meses y Cervero encara una difícil intervención ante los medios. El Oviedo ha fracasado en su asalto al play-off, su contribución ha sido escasa a pesar de los esfuerzos y se cierne sobre el él la duda del futuro más inmediato. Sin contrato más allá del 30 de junio, como ocurre con otros compañeros que tampoco tienen clara la continuidad, el del sábado puede ser su último partido con la camiseta azul. ¿El epílogo a su gran pasión? "Sí, claro que lo pienso", reconoce; "temo que el del sábado sea mi último partido en el Oviedo". Durante sus 15 minutos de intervención, el delantero tiene que contener las lágrimas, otra vez, en un par de momentos.

Las dudas sobre su futuro afectan, pero lo que realmente duele es un final de campaña tan triste. "Hace un año viví uno de los momentos más felices de mi vida. Ahora, este mes de mayo es sin ninguna duda el peor mes de mi vida", encabeza Cervero su análisis de la situación, antes de desahogarse: "Cuando todo va mal siempre puede ir a peor, como se vio con el gol que fallé en Zaragoza. Es una serie de circunstancias que acaban en el fracaso. Y también he vivido algunas cosas que me han ido lastrando. Me considero una persona fuerte pero tengo grietas y a veces no puedes mantener el máximo en lo psicológico. Ahora llega junio e iremos para arriba, como tantas veces ha sucedido. Dentro de año tocará otra vez la alegría. Estoy convencido".

Pero a pesar de la decepción, Cervero se toma la situación con perspectivas. "Entré en el 93 en el Oviedo y lograr permanecer tantos años es un gran mérito. En el 94 estuvieron a punto de echarme y seguí remando, con ilusión. Cuando hablo con mis amigos y les digo que estoy jugando en el fútbol profesional, con gente oviedista, me miran y me dicen que soy un privilegiado", explica el capitán emocionado.

La integración de Cervero en el oviedismo de los últimos años, ese que se levanta en 2003 y regresa al fútbol profesional, es tal que para muchos es el mejor representante de la etapa más caótica del club. Su compromiso con la entidad siempre ha estado fuera de toda duda. Tanto, que sin las condiciones futbolísticas de otros Cervero ha alcanzado mayores cotas. Su último gesto importante, el de bajarse el sueldo hace dos temporadas para seguir con la zamarra azul. Con un rendimiento deportivo reciente poco relevante y con un tirón social que siempre ha ido en aumento, el Oviedo se plantea ahora qué hacer con el delantero. El próximo 30 de junio acaba su vinculación y no tiene oferta sobre la mesa.

En realidad, la planificación está en marcha pero algunas decisiones concretas dependerán del futuro entrenador y director deportivo que lleve las riendas del club. A Cervero le toca espera, pero no puede evitar ponerse en la peor de las hipótesis. "Es una realidad que éste puede ser mi último partido aquí. El año pasado jugué poco y éste menos. También tuve una sensación similar en mi anterior despedida. Yo estoy muy agradecido al Oviedo, a Carso y Joaquín del Olmo. No tengo nada que pedir. Ojalá pudiera continuar porque para mí es un sueño pero ya soy mayorcito para entender cualquier decisión que se tome", analiza. "Solo puedo dar las gracias por haberme dejado participar en el ascenso y haber jugado en el Oviedo en el fútbol profesional", corona.

Las dudas sobre el futuro disparan las alarmas. El encuentro ante Osasuna supone una faena en la agenda para la mayoría de futbolistas, que tendrán que enfrentarse a los de Pamplona y a las críticas de un iracundo Tartiere. Para Cervero, no es una cita incómoda: "Nunca rehúyo a jugar con esta camiseta. Para mí, siempre sería un privilegio jugar en el Tartiere ante Osasuna".