Suele ocurrir en los equipos que atraviesan urgencias o situaciones incómodas en la tabla. El entrenador medita una vuelta de tuerca en busca de la reacción y la mayoría de las veces opta por reforzar los conceptos más básicos. La defensa, por ejemplo. La reacción de Fernando Hierro en Cádiz tiene bastante que ver con este razonamiento. Con el equipo tocado en el aspecto moral, el entrenador optó por acumular centrocampistas en busca de la seguridad del grupo. Lo que parecía obedecer a una medida que protegiera la defensa se convirtió además en una ayuda para el ataque. Hierro parece dispuesto ahora a mantener el nuevo dibujo.

Se intuía por lo visto en el terreno de juego y así lo confirman las estadísticas. Ante el Cádiz, el Oviedo bajó significativamente el índice de pérdidas. En las primeras jornadas de Liga, los azules extraviaron una media de 167,5 balones por encuentro. En el Carranza, los azules tuvieron más de diez pérdidas menos: 157. La disposición del equipo, con el centro del campo como una tela de araña que impedía avanzar al equipo rival, y el resultado tan pronto a favor hicieron que el papel de protagonista con la pelota recayera en el Cádiz. Por eso, el Oviedo completó 312 pases en todo el partido, cuando la media en las seis primeras jornadas era de 445.

Linares ha sido el último de los futbolistas azules en alabar las virtudes del nuevo sistema, a pesar de los sacrificios que impone. "Quizás sí que te ves más arropado con ese esquema porque siempre llega a la ayuda un mediocentro. Pero también perjudica a los delanteros, en este caso a mí que me tocó jugar en la banda", analizó el aragonés.

Los azules renunciaron voluntariamente a la pelota (la tuvieron el 42,7% del tiempo) en una postura que choca con la tendencia del resto de la temporada, en la que la posesión había sido del 51,4%. Pero con menos tiempo en contacto con el balón, los azules sí fueron capaces de llegar más al área rival. El Oviedo disparó en 10 ocasiones, 4 de ellas a portería, cuando la media de la temporada era de 7,5 chuts y 1,5 entre los tres palos. También aumentó el número de saques de esquina: cuatro por el único de media por encuentro hasta entonces.

En el entrenamiento de ayer, Hierro volvió a insistir en el mismo dibujo y en las basculaciones de los hombres de atrás cuando el rival tiene el balón. Además de los cuatro zagueros, es capital en esta función el medio defensivo que hace de ancla. Lucas Torró fue el que jugó ese papel en el Carranza y cuajó su mejor actuación de la temporada. Los dos interiores que actúan por delante de Torró (Rocha y Erice en Cádiz) son básicos en el sistema defensivo. Ellos serán los encargados de bascular a las bandas si los extremos son rebasados. También aportan en la construcción del juego. Porque ahí, en el centro del campo, está la clave del nuevo sistema.