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Un corazón demasiado azul

"Siempre me pongo muy mal cuando pierde el Oviedo", dice Berta Díaz, de 83 años, a la que el médico ha prohibido ir al Tartiere

Berta Díaz, en el Tartiere. JULIÁN RUS

Berta Díaz Valdés es tan del Oviedo que se lo han prohibido. Su médico no le deja ir a ver a su equipo al Carlos Tartiere. "Lo tengo terminantemente prohibido", se lamenta. Berta tiene 83 años, lleva un marcapasos y reconoce que sufría demasiado cuando iba al campo, sobre todo en los momentos en los que el marcador se ponía en contra de los azules. "Quiero más romperme un brazo que pierda el Oviedo", dice convencida.

Esta vecina de la calle Argañosa, muy cercana al Tartiere, tan solo pudo ver un partido de Liga del Oviedo tras el ascenso a Segunda División. "Nada más llegar ya perdíamos y me puse muy mal. Una hora tardé en llegar a casa, no quise decirle nada a nadie de que me encontraba mal y cuando llegué al portal pensé que me moría. Mi hijo se cabreó conmigo", explica. Su médico ya sabía con quien estaba tratando: "Cuando voy al hospital me dice: '¿qué tal oviedista?', 'pasa por aquí oviedista'. Mi hijo le contó lo que había pasado y el médico me dijo que estaba regular y que el fútbol fuera, que tengo sólo un corazón y que no podía ser".

Ella tuvo que resignarse y dejar de ir al Tartiere. Ayer volvió al municipal ovetense con LA NUEVA ESPAÑA, con la amable colaboración de Miguel Sanz, del área social del Oviedo, y del departamento de prensa del club, que pusieron todas las facilidades para que pudiera acceder al campo. "Me ha prestado muchísimo volver", reconocía emocionada.

Berta ríe continuamente, tiene una vitalidad impropia de su edad y se encuentra en perfecto estado de salud, salvo los problemas que le causa tener un corazón demasiado azul. Tan solo se cabrea cuando se acuerda de los malos tiempos por los que pasó su equipo. Ella fue una resistente que acompañó al Oviedo por los campos de Tercera. "Íbamos a unos campos... Me acuerdo cuando fuimos al del Gijón Industrial, pillamos una mojadura, nos pusieron un cartón en el suelo y nos llenamos de barro. En Avilés y en Luanco sí nos trataban bien", rememora. Tampoco se le olvida cuando acudió a ver el partido contra el Astur en el Tartiere, con todos los aficionados del Oviedo fuera del campo. "¡Les ganamos!", dice con rabia. En su opinión, el club le debe mucho por todo aquello tanto al Grupo Symmachiarii como al expresidente Manuel Lafuente. "Si no es por ellos no estamos aquí", insiste.

A Berta no se le olvida la primera vez que fue al campo. Lo hizo con su hermano y aún no tenía 14 años. "No teníamos dinero y convencimos al portero del campo para que nos dejara entrar". Tuvo que esperar un tiempo para tener ingresos que le permitieran ir más habitualmente al fútbol. "Era peluquera y cuando juntaba dinero para pagar la entrada iba al campo, más tarde me hice socia". Berta heredó la panadería que regentaba su madre en la calle Argañosa y comenzó a ser una de las fijas. Ha sido socia durante 30 años.

La sorpresa salta cuando se le pregunta si su marido, ya fallecido, compartía con ella su pasión por el Oviedo. "¡Era del Sporting! -grita escandalizada- y me preguntaba: '¿Cómo quedaron los pitufos?', pero yo no toleraba que en mi casa nadie se metiera con el Oviedo". También uno de los panaderos que trabajaba con ella era seguidor del máximo rival: "Una vez hicimos un pacto antes de un derbi: si gana el Sporting yo no te digo nada y si gana el Oviedo tú no me digas nada. Una vez me dijo que nos iban a meter 4-1 y yo le pregunté si era pitoniso. Después iba escuchando el partido por la radio en la calle y marcó el Sporting, me pille un cabreo, pero después marcó el Oviedo dos goles y ganamos y me puse a bailar en la calle de alegría", dice entre carcajadas.

Al campo no le dejan ir pero los partidos los sigue, ya sea por la radio o en una cafetería. Si el partido se complica ella se ausenta para que el corazón no sufra demasiado. Berta es muy azul pero también es crítica si no le convence el juego del equipo: "A veces da pena verlos, los ves coger el balón y no dan dos pases seguidos", se lamenta.

Haber vivido el oviedismo tan de cerca y tan recientemente hace que los primeros recuerdos de Berta no sean demasiado antiguos. Le viene a la cabeza Carlos, Sañudo o Gorriarán. Del central vasco le hace gracia su mala pata de cara al gol: "Era un gran defensa pero metía más goles en su portería que en la contraria", dice riendo. La memoria se amplía cuando ve en las paredes del Tartiere las imágenes de Herrerita, Antón y otros jugadores de antaño, a los que ella vio defender al Oviedo en el Tartiere.

Lo de Berta con el Oviedo es ya una cosa para toda la vida. "Hasta que me muera seré del Oviedo, es algo muy fuerte", dice. Le da pena no poder asistir al campo -"con lo que sufrimos, ahora que subimos a Segunda no puedo ir"-, pero le hace muy feliz ver que las cosas han mejorado mucho: "Ahora las cosas están mucho mejor".

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