Manu Busto cuenta que ahora, cuando juega con el Tropezón en el campo de Santa Ana, en Tanos, en la Tercera cántabra, algún aficionado le pregunta de vez en cuando: "¿Qué? ¿Aquí igual que cuando jugabas en el Tartiere?". Por toda respuesta Manu Busto esboza una sonrisa y durante unos instantes los recuerdos le transportan a alguno de esos partidos que disputó en el municipal ovetense, donde toda la afición azul esperaba una genialidad de uno de los futbolistas con más talento de la plantilla.

El fútbol ha llevado a Manu Busto a recorrerse media España y algo del extranjero. Antes de vestir de azul pasó por Valladolid B, Pontevedra, Castellón, Jaén y Lorca Deportiva. Pero donde echó raíces fue en Oviedo. Cuatro temporada vistiendo de azul que le marcaron para siempre y que le dejaron una frustración: "Te queda la espinita de no haber logrado el ascenso", reconoce. Cuando se acabó su etapa en el Oviedo, Manu Busto probó fortuna en la máxima categoría griega en las filas del Levadiakos. La experiencia no fue buena: "Los clubes allí dejan mucho que desear", explica el cántabro. De vuelta a España pasó una temporada en el Portugalete, de la Tercera vasca, y ahora cumple su segunda campaña en el Tropezón.

El conjunto de Tanos va ahora cuarto en la clasificación y Manu Busto reconoce que está muy contento en el equipo. Ha vuelto a casa, vive en su Santander natal, donde está cerca de su familia y donde se hace cargo de sus dos hijos. Hace dos jornadas le ganaron (0-2) al líder, la Gimnástica, con un gol suyo. "Estamos en la pelea por subir. Ahora vivo en Santander, en casa, y la verdad es que estoy muy contento. Ya me apetecía volver", dice.

Manu Busto nunca fue una persona de muchas palabras, pero la cosa cambia un poco cuando se le pregunta por el Oviedo. "Estuve cuatro temporadas y a cada cual mejor, no sabría decirte una en concreto, todas fueron buenas. Es una ciudad espectacular, una afición increíble, el campo...". En lo deportivo sí que le viene a la cabeza su primera campaña como jugador azul, en la que metió 19 goles y que concluyó con una promoción de ascenso en la que cayeron ante el Pontevedra. "Salió todo redondo menos lo que pasó en la promoción", dice sobre aquel año.

La exigencia que había sobre el equipo Busto la considera "normal": "Es un club que exige mucho, pero es que tiene que exigir. Un club así en Segunda B sólo puede pensar en meterse en la promoción de ascenso y subir. Es una obligación", añade.

Desde que se fue de Oviedo Manu Busto ha adquirido el hábito de mirar el resultado de los azules cada jornada y ver qué puesto ocupan en la clasificación: "Lo miró todas las semanas, lo sigo mucho, es un club que llevaré siempre conmigo y al que guardo mucho cariño". De Oviedo le quedan también muchos excompañeros con los que sigue en contacto. "Con varios tengo contacto habitualmente, con Baquero, Perona, Gonzalo, Dani Hedrera, Rubén García, con varios de cada temporada". añade.

Una de las imágenes más características de esa etapa del Oviedo en Segunda B era la de Manu Busto esperando después del entrenamiento por algún compañero para que le llevara a casa. Él no conducía. Se lo podía permitir. En su etapa fue el jugador más importante, el imprescindible cada domingo para desatascar los partido. Talento en estado puro, era capaz de desbordar, dar el último pase y meter goles de falta gracias a su gran golpeo.

Ahora que está en casa no se marca una fecha para decir basta. Mientras haya un equipo con el que jugar y un campo donde hacerlo allí estará Manu Busto divirtiéndose con un balón. Lo dice él: "Me estoy haciendo mayor pero voy a jugar hasta que rompa".