Oiga, no me diga usted que 22 años no son nada. Casi un cuarto de siglo de andadura junto al Real Oviedo dan para mucho más de lo que uno se pudiera llegar a imaginar. Aquel sábado 19 de noviembre de 1994, en un partido frente al Deportivo de la Coruña, una quincena de jóvenes oviedistas fundaran el Grupo Symmachiarii.

Más de dos décadas de fanatismo oviedista han hecho que nuestro Grupo se ganara a pulso una fama, y no seré yo quien esconda que dicha percepción no siempre es positiva, que en cuanto nos ve corre a esconder a sus hijas. ¡Reconózcalo!

Si yo le preguntara a usted, incondicional oviedista, sobre lo que piensa de Symmachiarii, estoy convencido que haría alusión a que nosotros somos los que ponemos la voz al Tartiere, que nuestros cánticos son básicos en la animación de la hinchada azul. Probablemente también recordaría enormes y bonitos tifos que han adornado el Fondo Norte del Carlos Tartiere en partidos de especial trascendencia.

Pero si a esa misma persona le preguntara por Symmachiarii un amigo suyo echando la partida, no hará falta ser adivino para avanzar que entre otras lindezas, se podría escuchar: "Esos chavales van siempre borrachos y buscando follón. No saben ni lo que ye un balón", y no se preocupe, no es que tengamos un micrófono escondido en el gintonic de su compañero de cartas, es que ya son muchos años y somos conocedores, mejor que nadie, de nuestra fama.

Pues bien, nosotros, que siempre hemos presumido de ser auténticos y de ir con la verdad por delante, vamos a quitarnos las caretas y reconocer que sí, que uno de los nuestros se durmió en las afueras del Pasarón durante todo el partido que nos enfrentó al Pontevedra en play-off, y tanto se durmió que no despertó ni para volver en bus y se tuvo que quedar a hacer noche allí. Sí, es verdad. Si a usted alguien le ha contado que el responsable del megáfono de Symmachiarii no se dio cuenta del cambio de campo en el descanso, y al comienzo de la segunda parte comenzó el típico "eeeee cabrón" al saque del portero, sin percatarse que el mismo era Aulestia que ya estaba donde nuestra portería, asuma que si, es verdad. O si le comentan que en los viajes de Symmachiarii si te entra el apetrón y te vas a un baño a "resolverlo", te puedes quedar en tierra porque nadie más se acuerde de ti y los buses emprendan rumbo sin percatarse de la ausencia del "afectado", hemos de reconocer que sí, es verdad.

Pero ojo, le estoy dando la razón en esa faceta menos comercial de Symmachiarii, y se la voy a dar también en que hemos sido la china en el zapato de aquellos que han conspirado y actuado contra los intereses del Real Oviedo. Gabino de Lorenzo vivió en primera persona la capacidad de movilización de nuestro Grupo cuando quiso que el Oviedo desapareciera. Eugenio Prieto vio su palco rodeado y una invasión de césped durante un partido cuando dejaba al club con 7.000 millones de pesetas de deuda. Y los consejos "marionetas" de Celso González y los posteriores de Alberto González vivieron en sus propias carnes la presión cuando llevaron a la institución al borde de la quiebra. Eso sí, tampoco conviene que olvide que cuando el Oviedo se desangraba por la gestión de los anteriormente mencionados, Manolo Lafuente o Toni Fidalgo no tenían más que descolgar el teléfono, pedir lo que fuera competente y al otro lado Uki, Tuto o cualquier otro miembro de Symmachiarii le respondería sin dudarlo: "Sí, eso está hecho, no te preocupes", porque nosotros, al contrario que Armada, sí estamos y sí se nos espera.

En definitiva, somos lo que somos y no lo que la gente quiere que seamos. Nuestra concepción del fútbol, y por ende del Real Oviedo, tiene un componente sentimental muy alejado de todo el fútbol negocio que hoy en día se promueve desde las altas esferas de este deporte. Nos gusta el fútbol pasional, visceral, verlo de pie, chillar, ser parte activa de nuestro club y nada ni nadie nos va a hacer cambiar porque estamos muy orgullosos de lo que hacemos y lo que somos, así que no se preocupe, puede seguir escondiendo a sus hijas cuando nos vea, pero no se olvide que también oviedistas y pendencieros como somos, lloramos como los demás cuando murió "Chanquete".