Explicaba Verdés en las horas previas que en Santo Domingo los visitantes tenían una sensación extraña, diferente a otros escenarios. Comentaba el central que se percibía un extraño influjo que incomodaba a los rivales. Como si allí fuera imposible jugar al fútbol. Concluía el valenciano argumentando que en Alcorcón los rivales empiezan el partido perdiendo. Al menos el Oviedo tuvo ayer la deferencia de esperar al minuto 15, al gol de David Navarro, para empezar perdiendo. Quince minutos de cortesía antes de caer con estrépito (5-1) en algo así como la versión renovada de la dolorosa derrota de Huesca. El partido siguió al dedillo los miedos profesados por Verdés algunos días antes.

Porque hubo en el partido de Santo Domingo dos fuerzas encontradas. La de un valiente Alcorcón, equipo que logra que sus problemas se diluyan en su estadio, y la de un Oviedo encogido y tímido. Da la impresión de que la segunda fuerza pesó más en el desenlace del encuentro. En una versión aún más empobrecida que la de Huesca, los azules fueron ampliamente superados por el Alcorcón desde el silbido inicial.

Si se preveía que Santo Domingo fuera un campo de batalla, el Oviedo se olvidó la armadura en la caseta. Intentó apaciguar los ánimos locales con la poco efectiva estrategia de esperar a que pasaran los minutos y se enfriara el ambiente. Como si el Alcorcón se contuviera pasado algún tiempo. Pero los locales se mostraron efervescentes en todo momento.

Hierro mantuvo el bloque habitual con el necesario retoque de Varela en la plaza de Christian Fernández. Arriba, el malagueño apostó por Pereira, en una decisión que suena a mensaje: quien haga méritos, se gana seguir en el once. Un guiño a Pereira por su labor ante el Levante y una apuesta a largo plazo por la fortaleza del grupo.

El asunto no se sostuvo desde el primer momento para los azules. El Alcorcón jugaba en el salón de su casa mientras al Oviedo le incomodaba el traje de visitante. El primer gol, a los quince minutos, solo fue una consecuencia lógica de lo que se estaba viendo. Bellvis se hizo con el rechace de un córner, avanzó y la puso: Pablo Pérez ganó de cabeza y David Navarro empujó a la red. Tres acciones de superioridad local para hacer el 1-0 y marcar el patrón del encuentro.

El Oviedo quedó noqueado, en un estado que ya ha experimentado varias veces esta temporada. En Huesca, por ejemplo. Los de Hierro crecen con el viento a favor, se muestran poderosos es el cuerpo a cuerpo pero también frágiles cuando les toca levantarse de los golpes. A este equipo le hace falta una remontada (no lo ha logrado en toda la temporada) para demostrar que han avanzado un paso más en carácter. Alcorcón no sería la excepción: en Santo Domingo no tocaba la heroica.

Tras un par de acercamientos locales y posesión sin chicha azul, llegó el segundo tanto. También tras un balón parado, también en un rechace: esta vez falló Juan Carlos, novedad en la temporada.

El 2-0 ponía las cosas muy cuesta arriba justo antes del descanso y dejaba la sensación de que el Alcorcón actuaba con un par de marchas más. Más que un asunto futbolístico, parecía tener que ver con la chispa, con la pasión en el campo. El Alcorcón sí se estaba jugando la vida.

Hierro buscó la reacción cambiando el registro. Entraron Toché y Nando y Torró hizo de central. El equipo fue más directo, se dispuso a jugar sin rodeos. Intentó ser el Alcorcón en su propia casa. Y no tardó en llegar otra bofetada. Ésta sí fue definitiva en la moral del bloque azul: David Rodríguez, ausente hasta entonces llegó a su cita con el gol. El cuarto vino sin pausa: el boquete en el muro fue esta vez de Verdés, que cedió de cabeza a la posición de David Rodríguez, siempre en el sitio oportuno. Pereira puso una mínima objeción al vendaval alfarero con su gol a los 69 minutos. El grito no llegó a la categoría de protesta.

Más que nada porque el Alcorcón no se alteró y mantuvo la llama. El Oviedo se echó hacia adelante por obligación y descubrió la zaga. Y así llegó el quinto. David Rodríguez apareció otra vez por sorpresa para ceder en esta ocasión a su compañero Óscar Plano. El 5-1 desmoronó el alabado muro de Hierro.

Huesca se consideró un accidente, refrendada después esta teoría por el resurgimiento ante el líder. Alcorcón parece algo más serio, con patrones preocupantes que se repiten en apenas dos semanas. Del anterior golpe, el Oviedo se levantó con maestría. Ahora le toca al grupo repetir conducta y demostrar que a pesar de los síntomas alarmantes, lo de Alcorcón también puede pasar a la categoría de tropezón.