La última pregunta de la rueda de prensa invitaba a Hierro a profundizar en las razones por las que su equipo había mostrado tan mala cara en Santo Domingo. Hierro abrió los ojos en un gesto de incredulidad y miro al periodista. "¿No es suficiente con lo que he dicho? Creo que he hablado demasiado?", contestó. Hierro era consciente de que acababa de mostrar su descontento de una forma que no suele ser habitual ante los medios. El técnico había hablado de un equipo "sin alma".

Huesca y Alcorcón han mostrado la peor cara del Oviedo. Las dos experiencias guardan similitudes. Por ejemplo, la mayor vitalidad del rival. Las dos tardes acabaron en goleada: 4-0 y 5-1. La lectura de Hierro, sin embargo, ofrece diferencias. Mientras en Huesca habló de "un día malo", para desgranar lo de Alcorcón fue más explícito. "Si somos incapaces de competir no vamos a ninguna parte", pronunció el técnico ante los medios en lo que es un mensaje directo a la plantilla. El 5-1 deja la moral tocada y el entrenador busca la reacción.

Para entender el contexto hay que remontarse a lo que sucedió hace dos semanas en El Alcoraz. Entonces, el Oviedo vio desmoronarse su muro defensivo en apenas 45 minutos. Aquella tarde aciaga, Hierro ofreció unas conclusiones sorprendentes, situándose en el centro de la diana. "Es mi responsabilidad como entrenador no haber conectado con los jugadores. Si sabes que el rival te va a hacer daño con sus características y te lo hacen es responsabilidad del técnico, expresó.

La falta de experiencia de Hierro como primer entrenador se compensa con una vida ligada a los terrenos de juego. En la hoja de méritos del malagueño figura su facilidad para lidiar con las situaciones más complicadas. Desde esta perspectiva, las declaraciones de Huesca tienen una traducción clara: Hierro quería alejar a sus hombres de la crítica en una semana clave.

Hierro sí fue crítico con los suyos en la caseta. Era la segunda parte de la estrategia: normalidad de puertas hacia afuera y lavar los trapos sucios en la intimidad del vestuario. Y el asunto funcionó perfectamente. Ante el Levante, los azules completaron el encuentro más serio y reforzaron la teoría de que lo de El Alcoraz solo había sido un accidente.

Pero la derrota de Santo Domingo es diferente. En esta ocasión, Hierro sí se ha mostrado crítico ante los micrófonos. La del sábado fue una declaración sincera, sin filtros. Y, en realidad, la intención en la misma: buscar la reacción del grupo. El Nàstic, colista, aparece como opción de arreglar las cosas en una de esas citas que entraña más peligro que el que aparenta. Hierro ha sido claro. La reacción le corresponde a la plantilla.