Como si viviera en una montaña rusa, el Oviedo sube y baja de una jornada para otra, sumido como está desde hace semanas en una profunda bipolaridad para desconcierto de su afición. El equipo azul da la de cal en casa y la de arena a domicilio, pasa de su mejor a su peor versión en siete días, del convincente triunfo ante el líder (2-0) a la estruendosa bofetada de Alcorcón (5-1). La trayectoria del equipo en las últimas fechas, ese viaje del blanco al negro sin término medio, desorienta tanto como el curioso dato que asoma en su estadística: 16 partidos jugados, 16 goles a favor y 16 en contra. En menos de un mes, el grupo de Hierro ha escrito su mejor relato (Levante) en medio de dos infumables garabatos (Huesca y Alcorcón), imposible atinar con un pronóstico fiable sobre sus posibilidades. Es últimamente un Oviedo de extremos, un Oviedo bipolar.

La imagen de cierta solvencia que transmite en el Tartiere, refrendada el día del Levante con un partido redondo y convincente, se esfuma la mayoría de las veces lejos de él, ya sea en victorias por los pelos como la lograda ante el UCAM en Murcia, empates milagrosos como el de Mallorca y, por supuesto, en dolorosas derrotas como la del sábado en Santo Domingo. Fuera de casa, despojado del calor del Tartiere, el Oviedo se vuelve vulnerable al primer rasguño, inseguro, incapaz hasta la fecha de remontar.

Los azules han ganado 15 de sus 23 puntos en casa, cuatro de sus seis victorias, y han anotado 11 de sus seis goles. Los datos se encogen en el análisis a domicilio: ocho puntos de 24, dos victorias en ocho partidos, 12 de los 16 goles recibidos, los últimos nueve entre Huesca y Alcorcón.

El contraste, evidente, se refuerza si se palpan las sensaciones. El equipo funciona bien delante de su hinchada, se siente seguro y es reconocible. Gana y compite. Remonta. Tiene el "alma" y la "pasión", dos claves que dijo Hierro que faltaron el sábado. Fuera de Oviedo suele ser otra historia. Salvo el punto de inflexión de Cádiz, donde ganaron con rotundidad y merecimiento, sin ambages, el Oviedo es poco fiable y sufre de más. La sensación hasta la fecha es que no ha sido superior en ninguna de sus salidas salvo la del Carranza (0-2), ni siquiera en las que metió puntos en el zurrón, como Mallorca, Girona, o Murcia, escenarios donde más allá del trabajo defensivo, que fue mucho y muy bueno, acompañó en muchos momentos la fortuna.

La sensación es que al equipo azul le cuesta menos cuando va de tapado, como ante el Levante, que cuando el foco le sitúa de favorito en trampas como la de Alcorcón. Y que, por su identidad, se encuentra más a gusto frente a conjuntos que quieren ser protagonistas y gustan de la asociación como Rayo, Tenerife, o Lugo, que frente a otros que apuestan por ceder la pelota, ordenarse, salir al galope y aprovechar su pegada.

El sábado en Alcorcón, por ejemplo, los azules tuvieron más posesión que su rival (58 frente a 42) y perdieron 5-1, dato que da la razón a Hierro en su defensa que la identidad que le ha buscado al equipo carbayón. El partido en Santo Domingo, que en el cómputo global resultó ser una pesadilla (los alfareros remataron el doble, tuvieron más córners, recuperaron más balones y perdieron menos), se pone realmente cuesta arriba por dos fallos puntuales de Juan Carlos, uno de los futbolistas más solventes hasta el momento. Sin ellos, a nadie le hubiera extrañado que al descanso un marcador de 0-0.

En el debe azul, además de la falta de intensidad y de la incapacidad para reaccionar, también volvió a repetirse un mal patrón: la poca presencia arriba. El Oviedo disparó por primera vez a puerta mediada la segunda mitad, un intento sin suerte de Rocha. El equipo azul era hasta esta jornada el segundo de la categoría, precisamente tras el Alcorcón, que menos dispara a puerta, unas estadísticas a mejorar.

Alcorcón dejó muy malas noticias y así lo reconoció Fernando Hierro, siempre atinado en sala de prensa. Sin embargo, la vida sigue en una categoría apretada y extremadamente cambiante. Después de dos duras derrotas a domicilio, nueve goles en contra y cuatro puntos de los últimos 12, el Oviedo sigue en play-off. Y la siguiente jornada toca el Tartiere, el mejor bálsamo para recuperar sensaciones y volver a subir en esta montaña rusa que ahora mismo es el Oviedo.