En el fortín del Carlos Tartiere, allí donde el Oviedo se siente cómodo al calor de su afición, donde suma y suma para mantenerse en los puestos del play-off, hay un enemigo que, de momento, parece infranqueable: el césped.

Aunque quizá lo aparente menos que hace semanas, la hierba sigue en mal estado, blanda y sin arraigar a quince días de la entrada del invierno. En el club azul existe un malestar grande que no es nuevo, pero ocurre que, de cuando en cuando, los futbolistas explotan, como sucedió el domingo tras el partido ante el Nástic de Tarragona (1-0). Los calificativos usados por algunos jugadores, "horrible", "horroroso", "lamentable", explican la indignación de los jugadores azules, hartos, dicen, de tener que preocuparse más de cómo apoyar el pie para no resbalarse o evitar una lesión que de la propia jugada.

El césped, comentan los protagonistas, se sigue levantando, está espeso y blando, circunstancias todas ellas que cargan sobre manera las piernas de los jugadores. Después de un partido en el Carlos Tartiere, es habitual que algunos de los titulares se ausente de las primeras sesiones en El Requexón por precaución, como si un duelo en casa necesitara más tiempo de recuperación que uno disputado fuera de Oviedo. "El césped es un handicap para nosotros", explica Michu, futbolista especialmente cuidadoso con su estado físico después del largo calvario que atravesó pendiente de un tobillo que aún molesta, pero que ya forma parte de la rutina. "Estamos teniendo bastantes pocas lesiones para lo mal que está (la hierba)", asegura el atacante ovetense, precisamente uno de los más destacados ante el Nastic por su despliegue por todo el campo, especialmente en la faceta defensiva.

"El césped está horroroso", resume Erice, de vuelta a la titularidad tras el varapalo de Alcorcón. "Conseguimos adelantarnos es un campo así y eso es una ventaja", continúa el centrocampista, ayer capitán sobre el criticado césped, que añade que es "muy difícil enlazar jugadas y crear ocasiones a base de juego" en un terreno de juego así. "A día de hoy es un césped lamentable", sentencia el navarro.

Toché avala el discurso de sus dos compañeros, que en realidad es el discurso de todo el vestuario y de las altas instancias del club. "Parece que la hierba está bien a veces, pero está francamente mal. Hay momentos que está impracticable", dice, y da ejemplos de sus sensaciones: "No haces pie, en cada jugada tienes que estar pendiente de cómo apoyar antes que del balón. Eso nos perjudica", añade.

El césped es hoy por hoy el enemigo en casa, un problema que se arrastra desde el verano, cuando el Ayuntamiento de la ciudad logró sacar adelante la sustitución de una hierba (no el sistema de drenaje) que llevaba 15 años, desde la inauguración del campo, sin cambiarse. La promesa de sustituir el césped la hizo el Alcalde, Wenceslao López, el pasado mes de febrero, pero no fue hasta agosto, seis meses después, semanas antes del inicio de la Liga, cuando la empresa Green Natur Césped Deportivo terminó los trabajos. Entonces, en el club no entendieron por qué un proyecto que se tenía en febrero no se empezó en junio, justo al terminar la Liga, y en el Ayuntamiento explicaron que hubo problemas administrativos relacionados con la documentación presentada por las empresas que acudieron a la licitación pública.

El caso es que el césped se cambió sobre la bocina, circunstancia que impidió (e impide) al equipo entrenar en el Tartiere, escenario donde apenas se ha ejercitado esta temporada. El buen tiempo ha acompañado hasta la fecha, con la salvedad de ocasiones como la del partido ante el Tenerife (2-0), la vez que más evidente ha sido su mal estado. Después pasaron por el estadio oviedista el Lugo y el Levante y el aspecto mejoró, incluso sorprendió a sus protagonistas, pero ante el Nástic el domingo volvió a crecer el malestar.

En el club son partidarios de una actuación este mes de diciembre, aprovechando el parón liguero. El Oviedo estará sin jugar en el Carlos Tartiere casi un mes. Joaquín del Olmo, asesor deportivo del club, pidió hace semanas una "solución drástica" que el Ayuntamiento, de momento, no contempla. La concejala de responsable del área, Ana Rivas, lleva varias semanas de baja tras someterse a una operación, aunque se prevé que se pueda incorporar en los próximos días. Hace tres semanas, el gobierno adjudicó el contrato de mantenimiento del césped, precisamente a la empresa que lo sustituyó, por un importe total de 228.000 euros y un plazo de ejecución de tres años. En el gobierno confían en que el tiempo acompañe y la hierba acabe por enraizar.